Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Don Antonio de Petrel (*) - 02.07.2020

- Para un surfista con cierta trayectoria, quizás le suene a chiste ver incluida en la interrogante, la palabra “Cáhuil”; pero su relación de muy atrás, de muy atrás, lo lleva a emparentarse a la práctica del surf, que más que en Hawaii y la Polinesia, lo acercan más al Perú. Más precisamente a los Mochicas que siguen con sus “caballitos de totora”.
- Pues bien, a esos mismos que se están riendo, le contamos que en Cáhuil sus primeros habitantes, que se remontan a 9.000 años fabricaban “balsas de totora” o “caballitos de totora”, como también embarcaciones con cueros de lobo marino. Y ahí cerquita, en la laguna El Bajel, hasta los años ‘60 no era raro ver a ribereños montados en balsas de totoras, similares, navegando de lado a lado. ¿O acaso los más antiguos no lo recuerdan, no las vieron?.
-Durante el otoño del año 64, un desgarbado gringo llamado John, llegó a Pichilemu con su tabla de surf para domar las olas.

Diariamente caminaba desde la casa de la familia Sánchez Moreno, donde se hospeda, por calle Dionisio Acevedo en dirección a la playa.
Lo vi varias veces desde mí pupitre de alumno del primer año de humanidades del Liceo “José Miguel Camilo”. Toda una curiosidad el gringo, una locura. Por aquellos años, era una moda en la ciudad playas de California como, Malibú, Santa Mónica, Santa Cruz.
La práctica tenía su referencia en Hawaii, cuna de los más ancestrales y bizarros deportistas.
El gringo John sería una golondrina de paso en el otoño invierno de ese Pichilemu del sesenta y cuatro. Casi dos décadas más tarde llegaría la denominada tribu de oro: Álvaro Abarca, Pat Irarrázaval y los hermanos Miguel y Cristián Mandry...
Ellos asentarían un potente precedente y catapultarían la práctica del surf a una posición insospechada. Una potente oleada de progreso permeando el terruño y a la comunidad, al punto de exhibir una pléyade de intrépidos cultores locales de la especialidad.
La buena memoria honra y da crédito, hurga en los antecedentes más remotos, también en las prácticas afines, desde sus prolegómenos. De los objetivos y los medios. Se documenta, muestra la evidencia, cuando la hay.
Y a eso me refiero; balsa de totoras en Cáhuil - Pichilemu en 1918. Aureliano Oyarzún y Martín Gusinde posaron en nuestra playa junto al "caballito de totora" armado por el cahuilino, Jorquera, quien además, les indica el modo como construía balsas con cueros de lobos inflados, al más puro estilo chango. (Walter Knoche).
Hábiles marinos dejaron sus restos de cocina en el Potrero de la Boca de Cáhuil hace más de 9000 años. Algo más reciente, los Mochicas del norte de Perú, surcaban las olas en los mismos caballitos de mar que sorprendieron a Oyarzún y Gusinde y que los caravaneros grabaran en piedra en los cerros de Chug Chug.
Hoy se les identifica como los "balseros". Ellos son, quizás, el testimonio más tardío de esta práctica ancestral del stand up paddle surf... Una friolera de años.
Una crónica publicada en el Diario UNO, de Perú, que replicamos al final, señala en uno de sus párrafos finales que un “huaco”, parte de un caballo de totora, está en un importante Museo de Santiago y que debe devolverlo …
No estarán confundidos los hermanos peruanos, y ese “caballito de totora” ¿no será la que desde Cáhuil se llevaron investigadores al Museo de Historia Natural, en Santiago?.

(*): Seudónimo del Escritor e Investigador Antonio Saldías G.

Antiguos peruanos son los precursores del surf

Fuente: Diario Uno – Por: Denis Merino - 27.03.2016
Afirma investigador Enrique Amayo en libro editado por la Universidad Nacional Agraria.
A diferencia de lo que muchos sostienen sobre la procedencia del deporte del surf en Hawai, muy pocos saben que fue en la zona norte del antiguo Perú donde se originó lo que hoy es el deporte que en los últimos años ha dado grandes lauros al Perú.
Según evidencias que quedaron plasmadas en huacos y testimonios de ancianos pobladores de la zona, correr olas era un entretenimiento de los pobladores de la cultura Lambayeque, posterior a la Mochica.
Eran balsas parecidas a los Caballitos de Totora o Ccoo (en lengua quechua)que aún usan los pescadores en la playa trujillana de Huanchaco pero que, a diferencia de la totora y los juncos, se fabricaban con una madera conocida como palo de balsa o Huampu, que es muy fuerte e insumergible, explica el investigador Enrique Amayo Cevallos.
Amayo acaba de publicar el libro “Mar y Olas. Rito y Deporte” editado por la Universidad Nacional Agraria y el Patronato Huanchaco y nos dice que “espero su pronta presentación, antes de regresar a Brasil”, donde reside.

LARGA INVESTIGACIÓN
El experto, quien es maestro PH en Historia Económica y Estudios Internacionales Latinoamericanos en una universidad de Sao Paulo en Brasil, asegura haber investigado sobre el tema durante siete años a través de diversos historiadores, cronistas y estudiosos del referido deporte, a lo que ha sumado trabajo de campo etnográfico y de laboratorio.
“Todo comenzó cuando mi hijo tablista Santiago, al regresar a Sao Paulo de uno de sus viajes al Perú para surfear me dijo haber escuchado en Huanchaco que el origen del surf está en el caballito de totora, lo que me causó gran impacto y me hizo recordar cuando siendo yo niño, un serrano de Cajamarca, vi por primera vez los Caballitos de Totora o TUP en lengua mochica y sus extraordinarios ‘jinetes’ deslizándose, como parte de sus tareas de pescar, suave y alegremente por las encrespadas olas del mar de Huanchaco, entonces me decidí a investigar”.

CARRERAS CEREMONIALES
Amayo refiere que al conversar con pescadores mayores de Huanchaco, estos le relataron que sus abuelos les contaban de quienes participaban en competencias en caballitos de palo de balsa para correr olas, que eran diferentes a los de pesca como se aprecia en los huacos, “o sea que se ha practicado hasta comienzos del siglo XX”.
Anota que lo hacían en determinadas ceremonias sagradas, llamadas carreras del Hombre- Dios-Pájaro, de ahí el origen directo del surf.
“Huacos Lambayeques, Chimús e Incas de los siglos X al XVI d.C retratan surfistas usando el Tupe sentados en posición de jinete, el primero que llegaba y regresaba de la isla de Guañape distante diez kilómetros de la costa con un huevo resultaba ganador y era recibido con una gran fiesta orgiástica con bastante alcohol y consumo de Wachuma que es el San Pedro”.
Según las crónicas consultadas por Amayo, entre ellas un escrito del sabio italiano Antonio Raymondi y del historiador José Antonio del Busto, este deporte iniciador del surf se inició hace mil 200 años mientras que la pesca en Caballitos de Totora tiene tres mil 500 años.
“La única diferencia con los tablistas actuales es que los personajes de esa época iban sentados, provistos de un protector de cabeza, con los brazos cubiertos mientras manejaban pequeños remos, una especie de calzoncillo pequeño y al parecer algunos habían consumido el San Pedro que da una sensibilidad especial y mucha energía, lo que se nota en sus ojos muy abiertos”.

CHILE DEBE DEVOLVER HUACOS ROBADOS
Anota que llama Tupe a la balsa para correr olas que tenía una forma aerodinámica porque el Caballito de Totora era TUP. “Un huaco muy importante de un Caballito de Totora al igual que otras vasijas de nuestras culturas se encuentran actualmente en un museo de Chile, es hora que el gobierno exija su retorno y se funde en nuestro país El Museo de la Navegación del Antiguo Perú”.
El experto señala que el peruano Felipe Pomar Rospigliosi, ex campeón mundial de tabla, que vive actualmente en una isla de Hawai y sigue practicando tabla a sus 72 años, “fue el primero en declarar al mundo que la tabla peruana o Caballito de Totora antecede a la tabla hawaiana y que Huanchaco con una tradición milenaria es la cuna de todos los deportes en ola”.
Amayo reitera que la costa era la zona más poblada por su mar y sus valles y que había una estrecha relación de sus habitantes con el mar.

UN INCA EN LA POLINESIA
“Sus hombres eran o grandes navegantes o pescadores como lo dijo el lingüista e historiador Alfredo Torero lo que se plasmó en huacos y otros. Lamentablemente cuando llegaron los europeos los costeños fueron los más afectados porque les contagiaron enfermedades que no habían y diezmaron las poblaciones”.
Asimismo recuerda que el historiador José Antonio del Busto, ente otros, escribieron que el Inca Túpac Yupanqui salió de Manta, pueblo del antiguo Perú (hoy Ecuador )en 1465 con 200 balsas, cada una con cincuenta hombres hasta llegar a la Polinesia.
“Una travesía similar la realizó el noruego Thor Heyerdahl en 1947 después de cubrir la distancia con la Kon Tiki, de lo que se hizo una película que fue candidata finalista al Oscar como mejor filme extranjero en el 2012 y posteriormente en 1988 el español Kitin Muñoz con su balsa Uru para demostrar que los antiguos peruanos llegaron a Oceanía antes de la conquista española con naves de totora, junco y balsa de palo”.

Fotografías: Internet/Diario UNO (Perú)/Memoriachilena.gob.cl/Archivos "pichilemunews"