Fuente: www.pichilemunews.cl – 31.05.2020

En modo “descanso laboral” ayer, pensábamos qué más subir con motivo del Día Nacional del Patrimonio que tan especialmente ha obligado a conmemorarlo en forma diferente. En efecto, todo al revés que en todas las versiones anteriores donde se llamaba a visitar a lo largo del país a visitar nuestro patrimonio; en tanto hoy es “Quédateencasa” (que mejor y más seguro lo pasas) ….
En esas divagaciones estábamos, cuando para variar estando revisando y ordenando nuestros archivos, “se nos apareció” la Carpeta con la Revista Zig Zag, del año 1916, cuando el ferrocarril estaba aún a varios kilómetros y a una década de llegar a Pichilemu.
Así es, y mientras veía esas fotos del pasado y leer el texto de la periodista que firmaba como Roxane (*), se me vino de golpe tantas películas que desde niño vimos ya en el Cine Royal, como a la sala de proyección que, en los años ‘50 se improvisaba cada domingo en el Hotel Central, cuando este lo regentaba don Lucho Vera junto a la señorita Elfa Yañez.
Películas del viejo y lejano Oeste norteamericano, donde se veían largas caravanas de carretas llevando a familias completas en demanda de un mejor futuro, desde distintos puntos. Y donde, de pronto, su tranquila marcha se veía interrumpida por el acecho y ataque de los indios dueños de esos territorios, libres del hombre blanco.
Ahí, no cabía otra cosa que correr o enfrentar el peligro.


Escenas similares se nos vinieron a la mente, pero situándolas en el sector El Lingue aunque primero fue Cardonal, Alcones, Yerbas Buenas (Marchigue) hasta donde había servicio de carruajes para seguir a la costa, para continuar camino a la playa a veranear. También en el paisaje por parajes colchagüinos, se veían caravanas de carruajes, que son descritos por Roxane.
Pues, no iremos a los detalles, sino los invito a que lo hagan ustedes mismos, para que “vuelvan por unos minutos” a imaginar la verdadera aventura que significaba llegar a Pichilemu que, por esos años, ya cautivaba a familias tanto de Santiago o ciudades de la región, con los encantos del “bosque pequeño”.

 



VIDA SOCIAL en Pichilemu, Revista Zig Zag, 1916
Pichilemu, en lengua araucana “pequeño bosque”, conserva el poético nombre que sus primitivos habitantes le dieran. Recorriendo sus costas se encuentran aún piedras horadadas, “huacos”, flechas y otros vestigios de la tribu de indios pescadores que otrora sentó allí lus lares, vestigios cuya rusticidad contrasta grandemente en ese lugar, centro hoy día de una civilización avanzada, asiento de un balneario de lujo cuyos hoteles, terrazas y amplias escalinatas son un exponente del alto progreso que en esa región ha llevado el espíritu emprendedor de don Agustín Ross.
A las bellezas naturales que encierran esas playas cortadas por rocas imponentes y fantásticas cavernas, va unida la obra maravillosa que tupe de bosques las planicies y levanta edificios que satisfacen las mayores exigencias de la vida moderna.
No hay duda que todavía es algo fatigoso el viaje a Pichilemu; sin embargo no carece de atractivo e interés la última etapa de la jornada que, en tanto no se termine la vía férrea, deberá efectuarse en carruaje. En una pintoresca altiplanicie, término de la vía en construcción, aguarda al viajero un sinnúmero de anticuados vehículos que forman original campamento. Disputándose el paso, se lanzan cuesta arriba los breaks y carretelas conducidos cada uno por cinco briosos caballos y el indispensable postillón o “arreuquín” para ayudar en las repechadas. El grito de aurigas y postillones, el restallar de las fustas, la alegre caravana que precede y sigue, el abrupto paisaje que se desliza rápidamente, infunde cierta alegría comunicativa, cierta frescura de espíritu que predispone el ánimo a gozar del más ideal de los veraneos en un completo abandono de trabas u prejuicios mundanos.

Familias
1. Por la mañana en la playa …
2. Familias Mackenna Lazcano, Zañartu Lazcano, Amunátegui Jordán, Charlín Vicuña, Ramírez Granja, Santa Cruz Ossa, Valderrama Lira, Barredos Peñafiel, Benítez Bunster.
3. Srta. Luisa Amunátegui Jordán.


Pichilemu, llena de románticas leyendas que han dado su nombre a la “Piedra de los Lobos”, “Cueva de la Negra”, el “Infiernillo”, etc., es actualmente uno de los sitios predilectos de nuestra buena sociedad.
A medio día los veraneantes se reúnen en el Gran Hotel a fin de hacer proyectos para la tarde.
Mientras se discute el rumbo que ha de seguir la alegre comparsa, algunos juegan bridge o pockert; se organizan bailes infantiles y otras diversiones que mantienen la unión y el entusiasmo hasta el momento de la partida.
Después se celebra el paseo a los peñascos del “Infiernillo”. Se atraviesa el tupido bosque de pinos y eucaliptus y luego una árida planicie. Una deliciosa contemplación de la naturaleza a la que asisten las familias Benítez, Bunster, Barredos Peñafiel, Vicuña Correa, Charlín Vicuña, Díaz Borden, Ossa Prieto, Mackenna Lazcano, Valderrama Lira, Zañarte Lazcano, Amunátegui Jordán, etc. ..
Demasiado pronto terminaban esos días de veraneo que por la noche, en el suntuoso salón del Hotel Ross, alargábamos entre la música y el baile.
Nuestras aficiones, de refinadas que eran tornábanse sencillas. Inconscientemente la paz y quietud de la extensa playa contagiaba nuestro espíritu, desvaneciendo amarguras y sepultando inquietudes en la inmensidad del océano. - ROXANE (*)

1. Algunos nuevos chalets en el balneario de Pichilemu.
2. En el bosque de Pichilemu.
3. La Terraza.

(*): Doña Elvira Santa Cruz y Ossa —más conocida como Roxane— fue una periodista, escritora, poetisa y editora chilena​ adscrita al género de la literatura infantil y juvenil, escribiendo y recopilando cuentos y novelas.​​​ Wikipedia

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