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Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Ramón Lizana Galarce (*) – 23.06.2024
Nuevamente nos encontramos ante ciertos personajes públicos y ahora no públicos, que tendenciosamente buscan que la población fije su mirada en ellos. Buscan llamar la atención de alfabetizados, letrados e ilustrados con el firme propósito de obtener los votos necesarios para que prontamente puedan ocupar algún asiento en el municipio porque existe en ellos una férrea adicción por el poder.

Lo curioso de todo este embrollo es que la resolución no nace de los propios originarios pichileminos, sino que proviene de disposiciones partidarias nacionales que ignorantes al quehacer comunal imponen candidatos ajenos a las necesidades reales de la población. Y es más, designan afuerinos para que manejen nuestras ideas y formas de ver de cómo queremos que nuestro pueblo avance hacia la modernidad.
Hace años que estamos en retroceso porque se han obviado asuntos prioritarios de solución. Entre las muchas razones encontramos que desde siempre se han encaramado en los cargos públicos locales personajes foráneos que poco o nada han contribuido al desarrollo comunal, salvo contadas excepciones que se involucraron en el progreso aún sin contar con grandes recursos para llevar a cabo sus ideas. Y hasta hoy, los repetitivos problemas con el borde costero, el eterno problema de ingreso y salida del pueblo, los ineficientes sistemas de alcantarillado y drenajes y la destrucción consciente y deliberada del patrimonio local siguen siendo algunos de los grandes problemas que las autoridades en muchos casos por ignorancia o bien desidia no son capaces de enfrentar.
Estos afuerinos han venido a enseñarnos cómo debemos conducirnos en sociedad, como debemos hacer las cosas y que mecanismos debemos utilizar para avanzar hacia el progreso. Lamentablemente de todo ello, solo hemos podido aprender como cuidan su figura pública al punto de la desmesura solo comparable con el síndrome de Hubris. Hay una necesidad contagiosa de figurar en todos los actos públicos sin medir el grado de importancia y arrastrando a lo mismo a los demás actores del servicio público generando un caos de quien o quienes deben figurar en mayor o menor grado.
Pichilemu desde hace algunas décadas ha podido lograr que la mayoría de sus hijos puedan graduarse en estudios superiores. Siendo así, son ellos, los originarios, los llamados a involucrarse en el quehacer local con el firme propósito de recuperar para el pueblo lo que se ha ido destruyendo últimamente. De la misma forma los hay también quienes por diversos motivos se vieron obligados a emigrar pero que igualmente tienen mucho que decir.
Lamentablemente muchos de estos emigrantes se mantienen ajenos a cualquier opinión relacionadas con su pueblo, lo que ha dado lugar a que voces foráneas se expresen con ideas que solo han malogrado el progreso pichilemino.
La naturaleza de esta zona, su flora y fauna que desde siempre aflora naturalmente y donde el hombre ha convivido armoniosamente con ella, manteniendo su medio ambiente libre y límpido, hoy se ve invadida por obras invasoras de aspectos horripilantes que no han hecho más que destruir su aspecto natural incorporándole chatarra y basura contaminantes que por siglos no se desintegrarán.
No se puede construir el futuro sin mirar el pasado, no se puede avanzar sin conocer la historia de nuestros ancestros que se esmeraron por hacer de este pueblo algo mejor. Los afuerinos que se han asentado en nuestra comuna y que han colaborado positivamente en el desarrollo del pueblo, bienvenidos sean siempre y cuando respeten nuestra historia, lo demás es equivoco e inoficioso para todos quienes queremos y respetamos lo que ideo y construyó Don Agustín Ross Edwards.
Por último, se han anunciado beneficiosos proyectos que contribuirán al progreso y enlace con pueblos aledaños. Bienvenidos sean si ello permite proteger al borde costero ante la invasión de los edificadores en terrenos prohibidos, bienvenidos sean si se respeta la tradición del pueblo en cuestión y de su entorno. Todo será bienvenido si se respeta nuestra historia y nuestras tradiciones...
Es hora de que dejen de enviarnos bendiciones y peroratas demagógicas con el fin de obtener con halagos el beneplácito de la gente. Lo que se necesitan son hechos reales y de beneficio para la población partiendo por asuntos tan simples como la reparación y mantenimiento de sus calles y veredas, incremento de recolectores de basuras y de todo lo que apremie a sus vivientes.

(*): Profesor U. de Concepción