Viernes, 19, Abr, 4:42 PM

Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: WSG - Don Antonio de Petrel (*) - 12.02.2022
- Del asombro a la vergüenza, ¿qué más nos traerá la otrora fortaleza construida a escasos metros del mar, que albergaba una fantástica y enhiesta construcción de estilo egipcio, con columnata y custodiada por dos esfingies en su acceso principal?
- A lo largo de décadas, la leyenda, el mito popular han rodeado aún más el -para muchos- enigmático lugar que dejaba interrogantes a cada uno que conociera -de oídas, por fotografías, crónicas o conocerla in situ o por el aire- incluidas “las palizas o encierros a la fuerza a hombres de mar en su calabozos”, como la Carta que enviara un alcalde de Pichilemu -en plena profundización de la reforma agraria- al Ministro de Agricultura Jacques Chonchol para que fuera destinada a un fin diferente, motivó la visita -en Abril de 1973- del Presidente Allende junto a “Coco” Paredes, en un helicóptero y los vestigios dejados de esa visita. Y mucho más ….

Tanto o más que el Faro de Topocalma -como también la Lobería cercana- nos provocaba en nuestra infancia, el saber de oídas de la existencia de una fabulosa Mansión veraniega, en la playa, en un fundo camino al faro. En menor grado, la Casa de los Leones, también a la orilla de la playa.
Fue con ocasión de un Campeonato Regional de Pesca de Orilla en la década de los '70, que fue programado en la playa de Tanumé que se concretó la visita al lugar, para cubrir el torneo para La Tercera, en calidad de Corresponsal del diario capitalino.
Mientras se efectuaba la jornada de pesca y de tomar algunas tomas de los deportistas, había que esperar varias horas para conocer los resultados y ganadores de la competencia. Ello nos dio tiempo para cumplir el segundo propósito (sino el primero): intentar conocer la construcción que tantas expectativas había creado al escuchar unas cuantas historias. En su mayoría de malas experiencias de buzos, pescadores y/o recolectores de algas que atinaban pasar por el lugar, algunos de los cuales habían tenido episodios que -los protagonistas- evitaban comentar. Quizás por muchas veces relatados o porque les hacía recordar las humillaciones y golpes recibidos, como días retenidos a la fuerza, acusados malamente de delitos inventados, según ellos ….
Ya en el viaje, el alcalde Eduardo Parraguez, como el Teniente de Carabineros Hernán Toro, nos informaban que -pese a estar al lado del mítico lugar, era difícil poder “entrar” a conocer la famosa y enigmática construcción; pues el permiso otorgado era para llegar hasta la playa y pescar. ¡Nada más!
Es por ello, que no quedaba otra que fotografiar el lugar desde la playa, lo que posibilitaba tomar fotos de todo el espectacular conjunto; pero no así el interior flanqueado por un muro de unos tres metros de altitud a lo menos. Fue así, como hicimos unas tomas desde la playa a la verdadera fortaleza que se presentaba a la vista. Pero la curiosidad y la adrenallina nos llevó a intentar subirnos al muro y poniendo un par de estacas lo logramos y pudimos movernos desde el vértice sur hasta la única puerta que daba a la playa. Una puerta de madera que estaba cubierta con una plancha metálica con remaches y que cada hoja tenía dos cabezas esculpidas, y un par de argollas igualmente de metal.
La curiosidad quiso más y aunque vimos a una persona que se paseaba bajo el corredor que flanqueban las numerosas columnas del frontis, optamos por tomar fotografías interiores sin traspasar el cerco vivo de pino macro que se empinaba por casi un metro de altura a lo largo del muro, el que -a su vez- nos protegía de la vista de aquella persona que, al parecer, estaba ahí para hacer cumplir la orden de “que nadie pasara y/o invadiera la propiedad”.
Así y todo, mientras él pasaba tras las columnas, nos levantábamos y ya “telemetreada” la columnata, disparábamos nuestra cámara 35 mm, y alternábamos otra 6x6 con película a color. Más tarde, desde una torreta de lectura en lo más alto de una lomilla en un bosque al nor oriente, captamos la parte posterior de la construcción; cuidando dejar película para la premiación del torneo.
Tras esta ceremonia y ya cayendo el sol, todos los deportistas -casi unos ochenta o más de toda la región- insistían a las autoridades entre las cuales estaba el Director Regional de la Digeder, un militar retirado, que hablarán para darle un vistazo a la construcción, lugar al que, probablemente, nunca más podrían visitar. Intento que se hizo, afortunadamente con éxito; pero si bien pudimos ver el entorno -no el interior de la construcción- la luz era ya tan tenue que no era acosenjable gastar película, de solo 100 ASA y sin flash. Se recorrieron los jardines que dan hacia la playa y por la quebrada que se interna hacia el lado norte, pasando por la Corte Suprema, entre otros lugares singularizados.
Un par de años después tuvimos la ocasión de fotografiar el lugar desde el aire. Posteriormente, dos o tres fotos de Tanumé -de esas ocasiones- fueron parte de las 100 que mostramos en la Plaza de Armas, de Santiago, a través de una Exposición que organizó el Centro de Hijos y Amigos de Pichilemu hacia finales de la década del '70.
Estando en exhibición, precisamente, un familiar -que se identificó como una nieta de los dueños del lugar- y que pasó por esta muestra, al ver que se mostraban imágenes del lugar pidió que se retiraran porque eran de un recinto privado y no estaba autorizada su exhibición. Como en ese momento no estaba el dirigente responsable de los organizadores, miembros de la institución se excusaron porque ellos tampoco estaban autorizados para tomar esa decisión. Y las fotos siguieron en su lugar ….

Revista Análisis
En Marzo de 1989, el joven periodista Esteban Valenzuela Van Treek -hoy uno de los ministros del nuevo gobierno próximo a asumir- publicó un artículo en la Revista Análisis, que se tituló “El palacio egipcio del Fra-Fra” un reportaje al lugar que muestra una serie de aspectos sobre aquella construcción que a nadie deja indiferente.
No pasó mucho tiempo después, que la grandiosa construcción quedó a muy mal traer por un incendio que nunca se supo cómo se originó, no al menos para la opinión pública. Solo especulaciones …., que hubo seguros comprometidos, que fue una venganza, que esto o aquello. Lo cierto es que, la propiedad -que se decía estaba en ese momento, en manos del empresario Francisco Javier Errázuriz Talavera- se supo que pertenecía al empresario español Eustaquio Bastán hasta ahora ….
Hoy, precisamente, cuando en días recientes se supo que había maquinaria pesada en el lugar, se dice que un hijo de este empresario estaría detrás de la decisión de demoler la columnata -ya desaparecida- en tanto que las esfingies han sido rodeadas con malla rachel, según se logró conocer, aunque no con certeza, que serían sometidas a una reparación por daños que han sufrido. Y que seguirían en el lugar ….

Rocas “tempranas”
Pero dentro de todo lo que se dice del lugar, hay más …
Sabido es que el propio joven científico inglés Charles Darwin recorrió tierras cercanas en su estancia y/o recorrido por el país en la decada del '30 del Siglo XIX. Y uno de los lugares fue, kilómetros más al norte, Navidad, donde exploró las rocas de la costa cuya conformación le llamaron su atención.
Pues no solo ahí hay rocas que a científicos, profesores, académicos, geológos, entre otros -y a estudiantes- les llaman la atención y, permanentemente, en sus salidas a terreno el destino es a conocerlas y a estudiarlas.
Pues, en el sector de Tanumé -aparte de la construcción que nos convoca y a las cuevas con estalactitas y estalagmitas- se ha descubierto algo más ….; conformaciones rocosas que tienen -según algunos científicos- más de 300 millones de años ….
En efecto, copiamos textual un extracto de un estudio realizado por profesionales, que dice:

Patrimonio geológico de las costas de Tanumé, Pichilemu y Punta de Lobos, propuesta de conservación del basamento y difusión de las Ciencias de la Tierra a la comunidad.
Camilo Palape1*, Francisco Hervé1,2 (1) Departamento de Geología, Universidad de Chile, Casilla 13518, Correo 21, Santiago. (2) Carrera de Geología, Facultad de Ingeniería, Universidad Andrés Bello, Salvador Sanfuentes 2357, Santiago * Email del presentador: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
La siguiente propuesta consiste en difundir a la comunidad de Pichilemu, el valor del patrimonio geológico presente en sus costas, con el objeto de protegerlos frente a la reciente aprobación de proyectos inmobiliarios invasivos que amenazan con la destrucción y privatización de los geositios y especies endémicas del lugar. Esto se realizará principalmente por medio de infografías digitales en páginas web, además de otros medios de difusión como salidas a terreno guiadas, entrevistas, charlas y declaraciones públicas.
Las rocas de las costas de la Provincia del Cardenal Caro, más conocidas como “piedra laja” y “piedra cruz”, poseen una mineralogía y estructura únicas, que las convierte en uno de los geositios de la Sociedad Geológica Chilena más interesantes, “Las andalucitas de Tanumé” y “Sill de Punta de Lobos”, y las propuestas en este trabajo, “Los esquistos azules de Infiernillo” y “Los metabasaltos de almohadilla de la Pancora” (Imagen 1.a, b, c, d respectivamente). Imagen 1: (a) Las andalucitas de Tanumé, (b) El Sill de Punta de Lobos, (c) Los esquistos azules de Infiernillo, (d) Los metabasaltos de almohadilla de la Pancora. (a) (b, c, d respectivamente)”.

Hasta ahí ese párrafo que, junto con destacar y relevar sitios de importancia geológica, advierte claramente los peligros que enfrentan, sobretodo de agentes inmobiliarios o de personas que -con un egosísmo extremo- pretenden tras décadas de abandono y so pretecto de conservación, más que eso, inhibir la presencia de personas, de la natural curiosidad.
Ojala, organismos públicos, autoridades, no sean sorprendidas y, en el día de mañana, si es que ya no lo han hecho ya, pretendan ejercer acciones con artimañas para, precisamente, impedir de manera planificada restringir aún más el acceso a esos lugares, tras acciones en contrario que están realizando organizaciones ciudadanas, al tiempo que se mejoran vías de accesos con apoyo de autoridades del orden regional.
Es quizás, por lo mismo que, necesariamente hay que estar alertas ante otros eventuales intentos de destrucción de sitios como el que los científicos están señalando en estos estudios.

Volviendo al incendio que recordábamos, el investigador y colaborador del periódico “Pichilemu” -Don Antonio de Petrel- no quedó indiferente ante la dantesca pira que se atrevió a desafiar a los “animalitos custodios” hace ya poco más de tres décadas. Y, prestos, la publicamos en la edición de Mayo de 1990 -lo que replicamos hoy- tal como ahora ha expresado ipso facto su sentir con lo que sucedió en días recién pasado. Y tras viajar al lugar con la esperanza de conocer una respuesta, ésta no llegó. No al menos de los responsables, sino de supuestos jardineros que se encargan más bien de resguardar el lugar y que nadie traspase los cercos. Asimismo, Don Antonio de Petrel nos regala un cuento que le llegó a sus manos, de autor desconocido hasta ahora. Y que publicamos para nuestros lectores. Adelante ….

Tanumé
Me aflige un duelo rotundo, eterno. La retroexcavadora del faraón, en hora insensata, arrasó con las columnas que se mantenían en pie luego del devastador incendio del '90 sufrido en la casa de playa de la hacienda Tanumé, llamada también, “Mansión Faraónica”.
La arena perfecta para la puesta en escena de la Aída de Verdi y cobijar los dramáticos episodios de Radamés y su princesa Etíope. Sueños de Aspillaga, quien, recreó su fantástica escenografía egipciana en el mismo espacio de la antigua casona que construyera Pedro Santander Achurra.
Una explanada de alrededor de cinco mil metros cuadrados con varios niveles contenidos por un grueso y alto muro de piedras circundan los lados norte, sur y poniente. En el nivel superior, la columnata yergue sus fustes en gran parte de las fachadas norte y sur y su fachada principal al oeste. La escalera que conecta los diferentes niveles desde la casa a la playa, está flanqueada por dos esfinges de la autoría de Juan Bautista Foliá, quién quizá reprodujo los rostros de los enamorados de Menfis y Tebas, o los del mismo Manuel y María Raquel,  ya no importa a quién, como que en su “restauración”, o enchulamiento, les dieron aspecto de Barbie. Hoy están librando de la retro, cubiertas de malla, tal vez por verguenza por el trato ignominioso de su faraón. Él no quiere que sean vistas, nadie que se acerque a su playa ni exclame ¿¡al rojo 15!? Cero, a negro, negro.

¿Cuento o realidad?
Terminados los ejercicios, la Escuadra despachó al submarino. Teniendo libertad de acción, zarpó con rumbo general sur. No hizo más que dejar la bahía y se desató un temporal de aquellos. Para evitar maltratar innecesariamente al personal y el material, este sumergió, pero una falla en los motores lo obligó a aflorar y sin propulsión quedó a la deriva.
En esas infernales condiciones, permanecieron doce horas. La mayoría no había ingerido alimentos y hasta los más navegados comenzaban a palidecer. A esa altura, todo aquel que estuviera en pie ya había pasado por lo menos una hora de atenta vigilancia en el exterior.
Subiendo la escalerilla para efectuar el relevo, el subteniente Pinto azotó su cabeza contra la escotilla después que un vaivén inclinara la nave violentamente. Su amor propio le impidió quejarse como hubiera querido y recibir las novedades fue un martirio, mientras un colérico chichón pulsaba en su cabeza.
Estoico soportaba las inclemencias y su propio tormento, cuando de repente todo se volvió calma y quietud. Un rayo de sol abrió un forado entre las negras nubes y entonces distinguió tierra. Los ánimos mejoraron y en poco tiempo informaron desde la Sala de Máquinas haber reparado la avería.
El navegante creyó estar a la cuadra de San Antonio y Pinto oteó la costa en busca de un punto de referencia que lo confirmara. Sin pensarlo, apuntó sus binoculares donde converge un rayo de luz solar y el extremo de un magnífico arcoíris. En medio de esa postal, una extraña construcción llamó su atención. De frente al mar, entre los requeríos y el bosque virgen, más de dos decenas de columnas estilo greco-romano se alineaban a la perfección, mientras que un par de inmensas esfinges egipcias le antecedían.
Una sensación de haber perdido la noción del tiempo y el espacio, le embarga: ¿Qué ve al rojo 15, mi cabo?
"¡Dos leones con cabeza de mujer y un templo romano, mi teniente!", recibe como respuesta. Por un segundo esto lo tranquiliza. Al menos, no era producto del golpe. Pero, ¿qué hacía este inusual levantamiento en medio del monte? Personalmente, le parecía algo sobrenatural, así como un portal cósmico a otra dimensión.
De todas maneras, ¿cómo lo informaba? "Central de Vela, avistamiento terrestre al rojo 15, evaluado construcción romana", pronunció en voz baja y no le pareció serio. Después, sin dudar solicitó la presencia del comandante en la vela.
"Échele un vistazo a esto, mi comandante. Le advierto que es algo anormal", le espetó, extendiéndole los prismáticos. Este, con la serenidad que dan los años y la experiencia, observó en silencio y en la dirección indicada. "¡Hasta que al fin construyó su mansión!", dijo y sonrió. "Tranquilo Pinto, es la Hacienda de Tanume, su dueño es Manuel Aspillaga, un extravagante pintor". "Esto hay que apreciarlo con tranquilidad, porque pocas veces lo verán en sus vidas", comentó. "Que toda la dotación suba en turnos de tres, porque las aguas están revueltas y es riesgoso estar en cubierta".

Fotografías: Archivo “pichilemunews”/WSG/Camilo Palape, Francisco Hervé (Universidad de Chile)

Fuente: www.pichilemunews.cl – 02.02.2022
- Por segundo año consecutivo, a raíz de la pandemia- vuelve a suspenderse realización de las actividades de la “Semana Pichilemina”.
- ¿Qué nos dice el ex alcalde Felipe Iturriaga al respecto, en conversación en los años '70?

El alcalde Cristian Pozo ante el recrudecimiento de los contagios por Covid, que ha afectado a todo el país, en una “sana decisión” anunció en días recientes la suspensión de la realización de actividades que congreguen reuniones masivas -como las que convocan dichas actividades- a fin de evitar con ello, una alza en los contagios que no ceja, pese a los llamados y medidas recomendadas por las autoridades sanitarias.
Todo lo anterior, no obstante a que los niveles de vacunación -incluidas las vacunas de refuerzo y en menores- han sido destacados a nivel internacional por las autoridades del ramo. Incluso, reconocidas por las nuevas autoridades electas que asumirán en Marzo próximo.
Si bien que se hagan o no, el incentivo que la “Semana Pichilemina” representaba para miles de personas que hacían coincidir las fechas para vivirlas, disfrutarlas, en esta ocasión -como sucedió el año anterior- será un panorama menos; y que no quita buscar otras formas para pasar algunos días de vacaciones, de descanso, igualmente entretenidas. Obviamente, cuidando las medidas de distanciamiento, de aforo, usar mascarilla, lavarse las manos, entre otras.

Recuerdos
Para los más nostálgicos, as, recordar -como dice el dicho- “es vivir” y “revivir” en la memoria momentos que fueron parte de nuestra niñez, juventud y adultez, ya como actores y/o espectadores.
Y si estamos evocando el tiempo pasado en estas fechas, nos remitimos a actividades veraniegas que nos trajeron distracciones, entretención, deporte, arte, cultura, a través del variado programa que se elaboraba, a través de una Comisión y/o Comité Organizador que presidía la autoridad municipal de turno e integrada por cabezas de instituciones -como Bomberos, Club de Leones- como también de algunos funcionarios municipales.
Conversando el año 1976 con el ex alcalde Felipe Iturriaga Esquivel, quien fuera elegido en tres ocasiones (no sucesivas), como también en una ocasión su esposa, la señora Olga Maturana Espinosa (la primera y única alcaldesa hasta ahora), consultado por diversos temas, recordó que esa actividades veraniegas se iniciaron alrededor de la década del 20.
Fue esta misma autoridad quien nos señaló que -cada verano- estas fiestas tenían doble propósito: darle a la comunidad local y veraneante una serie de ocasiones para vivir momentos de distracción, divertimento sano y que culminaba con la elección de una reina de la festividad; y, que los fondos y/o recursos obtenidos por esas candidaturas -pues la soberana se elegía en quién lograba vender más votos- era para una causa benéfica o para obras de progreso que al año siguiente -se veía terminada o con avances significativos- como por ejemplo: construcción de veredas, mejor iluminación de una calle, recursos para la Casa de Socorros, por dar algunos ejemplos.
Asimismo, consultado acerca de las diferentes actividades, nos respondió que él -como alcalde- tuvo que involucrarse y participar en actividades, oficiales y no oficiales …
Explicándolas, dijo: “Como presidente del Comité Organizador -y miembros de éste- me correspondió ofrecer en la culminación de la Semana Pichilemina, un Cóctel a la Reina y damas de honor, familiares y algunas autoridades que estando de vacaciones en nuestra comuna, coincidía con estas actividades, se les invitaba por cortesía. No era esto una obligación, pero servía para estrechar lazos y solicitar el apoyo para algunas necesidades que estuvieran dentro de su ámbito”.
A través de un trabajo de recolección de décadas, con familias pichileminas y veraneantes, hemos reunido en nuestros archivos centenares de fotografías de diversos aspectos. Y, en unas cuantas de ellas, se ve a algunos alcaldes en fotos con la reina y séquito; lo que constituyen testimonios gráficos. Así vemos, al propio ex alcalde Felipe Iturriaga, Humberto Llanos. Y, otras que a partir del año 1975 empezamos a captar, donde aparece el ex alcalde Eduardo Parraguez, René Maturana, entre otros.
Consultado por nombres de las reinas en los años que estuvo de alcalde, don Felipe -ya octogenario, cuando conversamos- nos dijo no recordar con precisión nombres y apellidos; pero en un esfuerzo dijo que hubo al menos un par de hermanas Silva, que eran de la provincia de Colchagua.
Le acotamos, que nosotros recordamos a algunas más contemporáneas. Mercedes Iturriaga (una de sus hijas) 1958, Carmen Bobadilla (1959), Silvia Morales (1960), Catalina Iturrieta, Katina (....), María Teresa Gil Gómez, Myriam Zúñiga, Marcela Morales.
Igualmente, Rosa Leiva Urzúa (1967), Myrian Orellana Bown (1968), Patricia Barrón Salazar (1969), María Cristina Maggi (1970), María Ignacia Rubio (1975), Angélica Leiva Polanco (1976), Isabel Poblete Castañeda (1977), Patricia Troncoso (1978), Sandra Herrera (1979).

Evolución
Con el correr de los años, varias actividades se fueron dejando de lado, al tiempo que se fueron incorporando otras, que en su tiempo tuvieron su auge como posterior retroceso. Fue así -por ejemplo- en los años '70 y '80 se incorporó el Motocross, Maratón Nocturna -esta última concitaba la participación de atletas de varias regiones, incluso Santiago, donde estuvo en sus comienzos Pablo Squella (quien años después fue destacado atleta a nivel internacional) y Ministro del Deporte.
Otra de las actividades, fue la eliminación de elección de Reina de la Semana Pichilemina, por el Concurso de Miss Playa (desde 1986 en adelante), en el período del alcalde Maturana y que duró hasta el año 2014 aproximadamente.
Entre las Miss Playa, recordamos a algunas: Paula Ureta (1986), Patricia Álvarez (1987), Claudia Carvajal (1988), Pamela Languis B. (1989), Soledad Ahumada (1993), María José Fuenzalida (1996), Carla Araneda Sánchez (1998), Larissa Bustamante (1999), Gabriela Vargas Flores (2000), María Antonieta Garrido (Crespo (2001), Francisca Verdugo Carreño (2002), Patricia B. Hurtado Arias (2003), Bernardita Santibáñez L. (2004), Karina Narváez O. (2005), Isis Lorca Vásquez (2006), Denise Mackey Barrios (2007), Nataly Leiva Rossel (2009), Dominique Barrueto Barrera (2010), Nataly Pávez Cerda (2011), Isabel González Marín (2012), Jasmine Sepúlveda Garrido (2013), Linda Michel Pávez Cerda (2014).

Todo cambia
Pero, aunque no conocimos una razón -al menos no nuestro medio- sin decir “agua va”, el alcalde Roberto Córdova en las actividades de la Semana Pichilemina 2015 no se consideró la realización del concurso de Miss Playa; eliminando definitivamente dicho concurso.
¿Qué ocasionó aquello, acaso algún movimiento feminista o alguien recomendó la medida?
Lo que sea, que haya sido, no es tarde agradecer a cada una de esas muchachas que participaron con su entusiasmo, su juventud, para -desde los años '20 al 2014- darle el toque de belleza, como sucedió con las Fiestas de la Primavera, donde una mujer se constituía en la flor principal -con nombre de Mujer- quien encabezaba esos festejos.
En este recuento no están todas. Hicimos intentos de completar la nómina; pero no es fácil, pues no siempre quedaba consignado el nombre de las participantes. Además, está en no pocas, una actitud de dejar “en el pasado” esa experiencia. Aunque parezca exagerada esa decisión de mantener su privacidad, se entiende. Y, por si fuera poco, las restricciones impiden investigar en las bibliotecas, revisar periódicos de la región que -en cada temporada- difundían las actividades playeras que sucedían en los balnearios.
Así y todo, agradecemos a todas aquellas que si quisieron colaborar y que logramos contactar para estos recuerdos, que son parte importante de la historia social del balneario y comuna pichilemina.
Y cómo no, agradecer también a muchos papás que -aparte de darles “permiso” a su niña mayor y/o regalona- para que participara de estas actividades. Y que, en su momento, se involucraron con alma y corazón -participando y apoyando como el entusiasta Germán Orellana Solano, padre de Myrian Orellana Bown (año 1968); o el orgullo de don Eduardo Barrón Letelier al “rematar” el baile con la reina (año 1969); nombres en representación de todos esos papás.

Fotografías: Archivos “pichilemunews”/NLR/PBS/IGM/Internet

Fuente: El Rancagüino online – 14.11.2021
-El proceso es liderado por académicos de la Universidad de O´Higgins y la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Nuevos hallazgos paleontológicos, arqueológicos y paleoclimáticos presentaron investigadores/as de la Universidad de O’Higgins tras el cierre de las excavaciones año 2021. Durante la instancia se mostraron evidencias del poblamiento más temprano de nuestro país, entre las que destacan artefactos arqueológicos, restos de microfauna y megafauna, animales que eran parte habitual de la dieta de los primeros habitantes del territorio.
Así lo explicó el Dr. Erwin González, paleontólogo y académico del Instituto Ciencias de la Ingeniería de la UOH. “Los hallazgos se vienen repitiendo desde el 2019 a la actualidad, que es presencia humana temprana que va desde los 7 mil años a los 13 mil años aproximadamente. Hemos ido encontrando líticos, que son los artefactos arqueológicos, también hemos ido encontrando restos de microfauna porque la laguna Tagua Tagua fue un eco-refugio para la fauna y flora que habitó la laguna hace 13 mil. La megafauna encontrada este año 2021 dice relación con animales que pesaban más de una tonelada, como los mastodontes sudamericanos, también hemos encontrado caballos americanos. Esta megafauna fue parte habitual de la dieta de los primeros habitantes en Tagua Tagua”, expuso.
En tanto, el académico de la Pontificia Universidad Católica, Rafael Labarca, comentó que “lo que tenemos acá es la evidencia sólida de esas ocupaciones humanas más tempranas, que justamente se estaban enfrentando a un clima que estaba cambiando, con presencia de animales que ya no hay como los mastodontes y caballos, pero que poco a poco estaban transitando a condiciones más cálidas. Encontramos fósiles, vértebras de mastodontes, que están asociadas a un fogón, a un evento de quema y algunas de las piezas también estaban con huellas de fuego. Ese es un indicador, no solo de la coexistencia temporal de la megafauna y los humanos, aquí tenemos evidencia inequívoca que no solo había coexistencia sino interacción, ya que los huesos de los fósiles tenían huellas de fuego, es decir, hubo intervención humana en los materiales”.

Investigación para la Región
Un hito a destacar es que en 2019 y 2020 se descubrió un nuevo sitio (Tagua Tagua 3) con evidencia de ocupación pleistocena. Este reciente hallazgo reafirma la enorme relevancia arqueológica y científica de la laguna (hoy seca) Taguatagua, que fue ocupado de forma recurrente por grupos de cazadores-recolectores en fechas muy temprana relativas a las primeras ocupaciones del continente sudamericano.
La Prorrectora de la UOH, Fernanda Kri, mencionó que “claramente este es un sitio histórico y que tiene miles de años. Pero la diferencia quizás hoy día es que tenemos una universidad de la región y estatal, con investigadores comprometidos que hacen redes con investigadores de otras universidades. Creo que eso da una potencia distinta, una impronta diferente y que esperemos que eso desemboque finalmente en que podamos hacer investigación en el área de forma más sistemática, que no tengamos lagunas de tiempo donde no se puede investigar por falta de financiamiento. Creo que hoy día, con la Universidad de O’Higgins, potenciar la investigación es una oportunidad que no hay que dejar pasar y en conjunto con la Seremi y con la Gobernación, estoy segura de que vamos a poder avanzar en esa línea”.
Palabras con la que coincidió el Gobernador de O’Higgins, Pablo Silva, quien indicó que “es importante destacar el interés de los investigadores de la Universidad de O’Higgins y también de otras universidades que están trabajando en este sitio arqueológico. Nos han demostrado que es uno de los más importantes de Sudamérica y tenemos que resaltar que se encuentra en nuestra región, en la comuna de San Vicente. Agradezco el trabajo de la universidad, el de la Seremi y el poder realizar un trabajo en conjunto a futuro. Esto está recién partiendo y se requieren recursos, se requiere inversión y sobre todo, dar a conocer la investigación que se lleva a cabo. Estamos dispuestos a colaborar para que efectivamente se muestre el mundo desde aquí de San Vicente y la Región de O’Higgins”.
En tanto, la seremi de Ciencia, Tecnología, Innovación y Conocimiento de la Macrozona Centro Sur, Paulina Assmann, dijo que “el sitio arqueológico de Tagua Tagua, donde alguna vez hubo un lago, representa el poder construir la historia del pasado que nos permite entender qué viene en el futuro. En una excavación pudimos ver cada una de las etapas acontecidas hace 13 mil años, cómo era la mega fauna y la vegetación. Un cambio climático que ocurrió hace miles de años, conocerlo es sin duda importantísimo para entender lo que viene y los desafíos que tenemos a futuro. Nos falta comprender, saber más, por eso es importante contar con este conocimiento que viene de la Región de O’Higgins”.
Un punto importante es la relevancia cultural y patrimonial de San Vicente de Tagua Tagua. La Directora Regional de Patrimonio Cultural, Leslie Araya, indicó que “Tagua Tagua es un hito para el patrimonio paleontológico, nosotros como institucionalidad patrimonial tenemos certeza de que esto es un desafío, tanto para la excavación como para el fortalecimiento de la institucionalidad para dar acceso a toda la comunidad tanto como para el aprendizaje que esto nos puede entregar como aprendizajes futuros. Están todas las intenciones en relevar el valor de todo este sitio no solo a nivel nacional, sino también continental”.
Desde que comenzaron las excavaciones formales en 1967 se ha encontrado gran diversidad de fósiles, destacando 18 mastodontes, ciervos extintos, caballos americanos y múltiples restos fósiles de 28 especies diferentes. Este panorama taxonómico, sitúa al área como uno de los grandes eco-refugios de América del Sur durante el Pleistoceno.
Con el fin de seguir potenciando las investigaciones del poblamiento americano temprano, la Fundación Palarq, financió estas excavaciones en la cual participan académicos de distintas instituciones académicas, entre las que destaca la Universidad Estatal de O`Higgins.

Fotografías: Universidad de O´Higgins y la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Fuente: www.pichilemunews.cl – 23.01.2022
- La “Piedra del Pelambre”, los artistas, el Correo, el Café “Caribe” y sus momentos de gloria. Para mucha juventud también fue un lugar inolvidable. Con la invitación a ver los “destellos” del Faro de Topocalma -a casi 50 kilómetros en línea recta al norte- surgió más de un pololeo. Verdad: Desde ahí se veían los destellos; pero también las “estrellas y el universo entero”, confesó alguien alguna vez ….

Para quienes frisamos los 60 y más, ese recuerdo del Pichilemu de antaño aún está presente, aunque era un reducto visitado principalmente por personas de la tercera edad. Un espacio eriazo -una manzana entera- bajando a la playa al costado izquierdo de la principal Avenida del balneario, que hasta los años '60 permaneció como tal, donde su característica principal lo constituía un promontorio denominado la “Piedra del Pelambre”.
No era “una piedra ...” propiamente tal, sino un montículo de arenisca de unos 20 metros de largo por calle Federico Errázuriz y unos 6 metros de ancho, con un poco de 2 metros de altura. Por la calle Errázuriz (lado oriente) era un frontón de difícil acceso, no así por el lado poniente, que tenía como dos o tres especies de escalones, que permitía sentarse ahí y o acceder a la cima donde pegaba fuerte el viento. No así, a quienes por la tarde, solían frecuentarlo y se sentaban en sus escalones más abajo …
En su mayoría mujeres hospedadas en hoteles, residenciales, pensiones, llegaban hasta ahí, a pasar la tarde. Ya tejiendo, y sobre todo, conversando y contemplando el panorama marino frente a la playa principal.

Pelambre
¿De dónde provino el nombre de esa piedra?
Por mucho tiempo ello constituyó un misterio. Las mismas mujeres que llegaban al balneario por primera vez y que oían del nombre la “Piedra del Pelambre” se preguntaban el por qué ese nombre.
Lo fueron entendiendo poco a poco, al concurrir allí con sus familiares y amigas, donde sin poder comentar de las noticias de la ciudad, el tema recurrente era la familia que se sienta en el comedor más allá, o más acá, cerca de la ventana, o al lado de la puerta. O donde el esposo era notoriamente de más edad que la señora. O la que vestía ligeramente el vestido más corto, o demasiado rebajado en el escote.
¿Te fijaste como esa chica mira al esposo de esa pobre mujer que está más ocupada de sus niños que de nada? ¿Supiste que ese matrimonio fue anoche a bailar a la Pista Municipal y llegaron de madrugada haciendo escándalo? ¿Hum, esa jovencita de la pieza 11 es muy desvergonzada y mira mucho a nuestro vecino? Esta juventud nuevamente están organizando una fogata en la playa, quizás que cosas pueden pasar …
Sin saber el tenor de las numerosas conversaciones que se sucedían en esas horas tras el almuerzo en sus respectivos establecimientos, muchas veces siendo niños imberbes -el suscrito y al menos el hermano que me seguía en edad- junto al Peyuco (conocido en su juventud como el Chorero y el Lumumba), a su hermana Carmen y si mal no recuerdo, hasta su hermano menor -Fernando- fue parte de la “troupé” de artistas que, a pocos metros de la Piedra del Pelambre, nos tirábamos por la arema dándonos “vueltas cartulo”, mientras el público nos daba aplausos y tiraban pesos y chauchas como premios a nuestras gracias de niños.
Fernando, hoy suele situarse en Aníbal Pinto esquina de Ángel Gaete a vender “maletitas de cochayuyo” de souvenir.
Muchos años después, siendo adolescentes en tiempos de la llegada de las colonias escolares, cuando cada pichilemino quería “pincharse” alguna estudiante que llegaban desde los liceos de nuestra región en viaje y/o paseo de estudios de fin de año, la “Piedra del Pelambre” fue en más de una ocasión una alternativa para apartarse del grupo.
Unos con más suerte, bajaban con su pareja a la playa. Otros, llegaban hasta la Piedra del Pelambre con el pretexto de mostrarles desde ese lugar, en la oscuridad de la noche el “Faro de Topocalma”, cuyos destellos se veían a lo lejos -según el grado del pololeo en marcha- y, a veces a falta de destellos, estaban las estrellas, con suerte aparecía una fugaz. Hasta que ya no era necesario seguir buscándolas …., pues la polola se convertía en tu estrella.
No pocas veces, oímos -en los recuerdos de interminables caminatas de “punta a cabo” por las calles Ortúzar, Pinto y la actual Avenida Agustín Ross- sin nombrar a sus pololas de aquellas de viajes estudiantiles, que coincidiendo con noche de luna llena llegaron a la orilla de la playa y se atrevieron a mojar sus piececitos. E incluso, algunas, bañarse como diosas, desnudas sin importar la temperatura.
Para ser sinceros, no fuimos testigos de esta performance, pero si al intercambiar impresiones y recordar anécdotas, alguien contó que bajó a la playa con dos amigas. Nos dijo: “Estaba indeciso por quien jugarme porque ambas eran entretenidas, súper simpáticas, y físicamente muy completas. Una se ellas cuando notó que me había inclinado por su amiga se fue a la orilla de la playa. Se desnudó y zambulló un par de veces”.
¿Y qué pasó luego?, preguntamos …
“Yo y mi amiga cuando la vimos salir quedamos “más helados que ella”. Se vistió rápido y se fue a donde estaba de veraneo. Y mi “furtiva” conquista se levantó y la siguió a casa. No logré convencerla que la dejara y se quedara ….”.
¿Y posteriormente lograste saber qué detonó esa reacción?
“Sí. Pasaron varios días. Ello sucedió cuando su amiga se regresó antes donde residía. La invité a la Disco y entre baile y baile y tratando que me explicara el por qué, me dijo que había sido por mi elección en aquella noche. En otras palabras: De puro picada”.

Chapuzón
Nunca como ese recuerdo, pero en pleno día -un 25 de diciembre- cuando un monumento de mujer apareció por la tarde en la playa “La Terraza” repleta de juventud. Una pichanga de decenas de pichileminos que “al gol” la sacaba de escena, mientras ingresaba otra oncena, quedó ¡ipso facto! virtualmente paralizada y expectante cuando desde un auto bajó una tremenda lola. En estricto rigor era más que una lola. Digamos una mujer de unos 23 años. Se dirigió directo a la playa, con paso resuelto y luciendo un bikini blanco, cuando estas prendas recién estaban apareciendo en las playas pichileminas….

Decía, se fue abriendo paso entre los grupos y familias que estaban con niños de todas las edades. Parecía una gacela, como en cámara lenta. Muchos no querían creer lo que estaban viendo. Pese a ello, unos querían que llegara al agua y se diera el chapuzón, pues parecía resuelta a ello. En tanto otros, querían seguir viéndola, quizás esperando ver algo más en su felina carrera que emprendió ya en la arena mojada, pero no …
Fue el primer deseo. Si, de quienes querían ver ingresar al agua su esbelta figura de casi 1,70 metros (y sin exagerar casi de medidas perfectas) que se mojara totalmente.

¿Cómo explicarlo?
Aunque esto fue hacia finales de los '60, al recordar esa escena, es como volver a ver salir a Silvana Suárez (*) en aquel mítico spot de Cachantún (de finales de los '70). ¡¡Eso!! Emergía del agua como una diosa, exuberante, sonriente, expeliendo gotas de agua salada, pero que uno imaginaba, manaban de un manantial …
Pero volviendo a la escena playera que vimos y que recordaba, cuando finalmente salió esta creatura de carne y hueso que estaba a metros de nuestros ojos, vimos a esta muchacha desesperada buscando, entre el oleaje y espumas, su brassiere blanco. De pronto, chapoteaba en un intento de encontrarlo desesperadamente, olvidando su busto desnudo. Y de tanto en tanto intentaba cubrirse con un brazo u otro hasta que un bañista se le acercó y se lo entregó en sus manos. Cuántos no quisimos estar en su lugar ...
Y, si bien en momentos -que quizás para ella fueron una eternidad- se veía perturbada por el chascarro, ya con el brassiere en sus manos, lentamente se lo acomodó y salió del agua con total aplomo. Era como si en ese momento estuviera en una playa solitaria en el fin del mundo; y así se dirigió al auto desde el cual había descendido, quizás en busca de una toalla y abrigarse, o para encender un cigarrillo.
Luego de eso, todos quienes minutos antes participaban de la entretenida pichancha se olvidaron del juego. Y casi -como poniéndose de acuerdo- no reanudaron el juego, sino corrieron a la orilla y se sumergieron: unos de piquero, otros más formales. Refrescarse era lo que correspondía después de haber presenciado, inesperadamente, tamaño espectáculo ….
Para algunos fue el mejor “regalo de Navidad”. Imborrable para mi, ya que los detalles salieron como si fuera ayer ….

El “Caribe” y el Correo
En ese tiempo, primeros años de la década del '50, nuestros padres arrendaban el local de Avenida Ortúzar esquina de Federico Errázuriz en la casa que pertenecía a la familia López, de Curicó. Justo donde hoy esta situada la Casa Verde.
Antes, primeros años del '50 se ubicó ahí la Fuente de Soda y Café “Caribe” -con la franquicia del café de esa marca- y donde además se vendían jugos naturales, leches con plátano, maltas con huevo, churrascos, carne mechada, tostadas, onces completas, helados artesanales. Por casi diez años fue el único local de ese tipo que atendió en el balneario.
Inmediatamente al lado, en la misma propiedad, funcionaba la Oficina de Correos y Telégrafos.
En esos años, el tren expreso y el tren ordinario llegaban alrededor de las 15 horas y 16.30 horas, respectivamente, a la estación pichilemina. Y, siendo las cartas y telegramas el único medio de conocer noticias familiares, todos los días de la semana se juntaba público que rebasaba el local esperando que las cartas recepcionadas se chequearan; y luego un funcionario las gritaba a viva voz y entregándola en el momento a quienes estaban ahí a su espera. En tanto, con las rezagadas que no eran retiradas en el momento, se hacía un listado posterior que se pegaba para su lectura posterior de los interesados.
Mientras el público esperaba la lectura de las cartas, el olor a tostadas, los sandwichs de carne mechada, queso caliente que provenía del local del lado invadía el ambiente. Y no pocos se rendían a esa “invitación” y esperaban tomando sus onces mientras llegaba esa ansiada carta, el telegrama o el giro prometido.

Helados artesanales
Pero la oferta no era solo esa, sino los cremosos y deliciosos helados artesanales que en barquillos o vasitos eran peleados por el público y que esperaban saliera la producción del sabor preferido.
En esas fechas no eran más de tres los heladeros que había en el balneario: Luis Pavez Ortiz, Guillermo Hernández y el Café Caribe que los preparaba en forma exclusiva para sus clientes.
El primero de ellos empezó haciendo sus helados en la casa familiar. Los fabricaba y luego él mismo los salía a vender en un carretón de mano donde llevaba el bote con helados, en medio de una vasija de madera que se rellenaba de hielo para que permanecieran sólidos en su recorrido por las calles pichileminas. Años después, más consolidado, se instaló con maquinaria más moderna en un local ubicado en Aníbal Pinto esquina de Ángel Gaete (donde hoy está la Amasandería “La Lela”) y, posteriormente, en la esquina de Avenida Ortúzar con Aníbal Pinto; hasta trasladarse definitivamente hasta Ángel Gaete donde construyó una Residencial (“San Luis”).
Ahí, como en los otros lugares, además de helados que se expedían en “barquillo”, hacía helados de agua y con leche. Llegó a tener a decenas de niños que salían a vender a la playa y calles del pueblo; hasta que se dedicó junto a su esposa e hijos a trabajar exclusivamente su residencial, la que hoy trabaja su única hija.
Por su parte, el segundo de ellos -Guillermo Hernández- fabricaba en su casa -que en los veranos se transformaba en la Residencial “Argentina”. Aparte de este establecimiento de temporada, tenía el Almacén “Tropezón” y -durante el invierno- mataba chanchos y junto con vender carne, fabricaba manteca, grasa y todos los subproductos: prietas, arrollados, perniles, costillares, queso de cabeza, los que comercializaba tanto en Pichilemu como en otras ciudades de la región. Luego regresaba con frutas y verduras, como de frutos del país.
Cabe señalar, que don Guillermo además, era distribuidor de Hielo, el que le era despachado por una fábrica y se lo enviaba vía ferrocarril.
En tanto los helados del Café Caribe se fabricaban en la parte de atrás de la propiedad de los López (familia curicana), donde estaban ahí -según recuerdo- dos familias que cuidaban: la familia Becerra Gaete (de don Manuel y doña Fidelisa) y de los Gutiérrez Álvarez (don Raúl y doña Rosita). Los mayores de ambas familias y nosotros más de una vez ayudamos a “limpiar” las paletas y botes de acero inoxidable con los restos de helados; antes que volviera rápidamente nuestro padre a lavar utensilios e implementos, para luego “cargar” los preparados y rellenar las cubas exteriores con hielo picado (había que partir el hielo que llegaba en barras desde Santiago). Luego tapar el hielo con sacos para evitar que -el movimiento del bote que giraba de acuerdo a la fuerza humana, a través de una manivela- botara el hielo de su lugar.
Al cabo de muchos giros y tiempo (para nosotros era una eternidad) el helado estaba listo para llevarlo al local y en un abrir y cerrar de ojos se vendían ….
Terminada la temporada, la “maquina” para fabricar helados, se trasladaba a la casa en la que residíamos. Por entonces, en calle O'Higgins esquina de José Joaquín Aguirre.
Estando solos en casa -junto a mi hermano Antonio- jugando en el patio de la casa en una tarde primaveral, de pronto sentimos que nuestras vecinas -las hermanas Álvarez Jorquera- nos llaman por el cerco divisorio para regalarnos una cesta de ciruelas que ellas mismas estaban sacando desde sus árboles. Las recibimos y agradecimos y de inmediato fuimos a lavarlas a una llave; cuando a uno de nosotros se nos ocurre. ¿Y por qué no hacemos helados de ciruela?
Por entonces, cinco o seis años de edad teníamos uno y otro, respectivamente …
Y sin pensarlo mucho nos fuimos donde estaba la “máquina” de helados. La destapamos y -sin saber cómo- uno de nosotros puso un puñado de ciruelas en el engranaje que mediante una manivela se hacía girar el bote de metal.

Ciruelas
La “fabricación del helado de ciruela” duró exactamente hasta que el engranaje me pilló un dedo, dejándome un corte de 2 ó 3 centímetros. Los gritos de dolor del accidentado hizo que nuestras vecinas nos auxiliaran, tomando al accidentado y llevándolo a una artesa para que enjuagara su dedo ensangrentado; mientras otra de las hermanas iba a su casa a buscar algo con que curar la herida.
Todo ello en medio del llanto que, tras estancarse la sangre, seguía ya no tanto por el dolor, sino por la incertidumbre de los reproches de nuestra madre que andaba en la casa de nuestra abuela materna a un par de cuadras de la nuestra.
Por nuestra cabeza se pasaban las ideas más pesimistas; pero a estas alturas -creemos- que no pasó a mayores, pues no recordamos ni correazos ni varillazos ….; sino las bromas por un buen tiempo de nuestras vecinas que eran muchachas ya mayores, y que cada vez que nos veían, nos recordaban aquella tarde de “hacer helados” …
La cicatriz en el dedo – después de más de 60 años- es el fiel testigo de esa aventura haciendo helados ….

(*): Miss Mundo, 1978

Fotografías: Archivos “pichilemunews”/Internet

Fuente: www.pichilemunews.cl – 01.08.2021
- Desde tiempos remotos, la sal -ese albo producto que desde tiempos inmemoriales se cultiva en nuestra comuna, como en distintos lugares del mundo- ha sido en momentos tan, o tanto más valioso que el oro y otros metales preciosos. Los por qué son varios y no entraremos en detalles, sino dejaremos al interés de cada uno, en averiguar si no lo sabe.

A qué viene este breve preámbulo. Para recordar lo que -tantas veces dicho en reuniones informales, formales, en la radio y otros medios- empezó a tener sentido.
¿Qué pasó hace 21 años?
El periódico local “El Expreso de la Costa” -que incursionaba como otros medios lo hicieron antes- publicó su N° 3, del día 31 de julio de 2000, en portada: La Sal de Cáhuil podría salir al mundo. Le antecedía: Franceses interesados en la comercializar producto. Y, en su interior un artículo desarrollaba de qué se trataba ese titular ….
Antes de ir al artículo, necesariamente hay que remontarse alrededor de cuatro años antes. En efecto, a lo que surgió tras la visita de un importante funcionario del gobierno francés, a Pichilemu, en calidad de “pequeñas vacaciones” desde Argentina donde estaba asignado para esta parte del mundo.
Se trataba del ingeniero francés Bernard Cavaillé, quien junto a su esposa e hija, aprovechando el feriado de Semana Santa, desde el vecino país, visitaron a su amiga Anne Evequoz, a la sazón esposa del empresario rancagüino Carlos Von Unger Casanello, quien años antes se había radicado en Pichilemu y construido su Complejo Turístico “Dunamar”. Aquella vez, fue uno de varios viajes porque le encantó a los franceses. Y pese a muchos atractivos que le encontraron, uno en particular llamó la atención de Bernard Cavaillé: las salinas de Cáhuil ….; claro, porque explicó luego que en su país, él conocía una zona, Guerandé, que también parte de sus habitantes se dedicaban a la producción de sal. Más aún, al conocer cómo era el proceso utilizado acá, como sus herramientas, entre otras, eran muy similares. Más aún, casi iguales …
Y, al conocer la realidad que vivían quienes trabajaban y cultivaban la sal, era una historia calcada con lo que había sucedido allá en Guerandé, en su país; pues el abandono de gran parte de las salinas, el bajo precio de la sal y las condiciones de abuso que se daban acá y allá -en un momento- llevaron a que, la juventud de allá, como la de acá, hiciera a la juventud mirar hacia un porvenir imaginario, pero mejor, y a emigrar hacia otros lugares en busca de aquel.
Pero, contó Bernard Cavaillé, ocurrió que a alguien le surgió la idea de cambiar el destino de esas salinas de Guerandé, a tal punto que la realidad de empobrecimiento, de falta de expectativas, cambió completamente y el producto -la sal de Guerandé- hoy está en las estanterías, góndolas, de los Supermercados más sofisticados, a tal extremo que usted puede encontrar decenas de frascos, bolsitas, de sal de Guerandé con diversas especies que le dan valor agregado.
Famosos restaurantes en sus Cartas ofrecen menús con Sal de Guerandé. Y tiene inmensamente otro valor.
Todo esto lo escuchó, primeramente, el entusiasta empresario Carlos Von Unger, quien en más de una ocasión nos invitó a escuchar lo mismo de voz del propio ingeniero francés. Y así, en calidad de concejal participamos en reuniones informales y formales con autoridades -comunales y provinciales. Incluso en una o dos ocasiones con el propio ingeniero Monsieur Cavaillé, donde éste funcionario contó lo señalado y que esa experiencia era posible replicar acá en Cáhuil y alrededores, dándoles apoyo a los salineros de diversas formas, como adoptando medidas gubernamentales que, les permitieran cambiar la realidad actual a una de enormes perspectivas que, en un plazo prudente, significarían un cambio en varios sentidos: mayor precio de la sal, mejoramiento de calidad de vida de sus habitantes, entre otras mejoras.
El mismo funcionario francés se comprometió a gestionar apoyos de organismos involucrados en la experiencia de Guerandé, todos los cuales se hicieron.
¿Pero qué ocurrió con los apoyos y medidas que se esperaban de las autoridades de entonces?
No lo diremos. ¡Adivinen!

Terremoto, Tsunami
Años después, ocurrió el terremoto y tsunami del 27-F. Afortunadamente tras esa desgracia para gran parte del país, el gobierno que tuvo que enfrentar levantar el país en las regiones afectadas -para bien o para mal- del mismo presidente que hoy tenemos, las ideas expresadas que venían desde el año 1996 más o menos, tuvieron un eco positivo a través de varias medidas, donde gestiones con los ministerios de Economía permitieron la denominación de origen para la Sal de Cáhuil; a través de ayudas permanentes, vía recursos concursables del Ministerio de Minería los salineros reciben equipamiento para facilitar y mejorar la producción de sal.
Asimismo, con recursos regionales a todos los productores se les dotó de una Planta de Yodación para que toda la sal que se produce acceda a ese proceso y así pueda ser comercializarla, según normas del Servicio de Salud. Así, los salineros de Cáhuil, Barrancas, La Villa, en la comuna de Pichilemu; como los salineros de Lo Valdivia, Boyeruca, en la comuna de Paredones les ha cambiado en forma importante su calidad de vida.
Paralelamente, decir que la Sal de Cáhuil, hoy por hoy, es infinitamente más conocida, incluso en otros continentes.
Varios reputados chefs la conocen y la tienen incluida en sus preparaciones. Y no es difícil encontrarla en los supermercados o tiendas gourmet.
Y, su auge -sin duda- se debe al apoyo gubernamental que se le ha brindado a través de varias instancias e iniciativas.

El negro pasado
Salineros que se quejen hoy, tendrían que ser muy mal agradecidos. Sería desconocer toda la historia que sus abuelos, bisabuelos y más, sufrieron, padecieron abusos indecibles a manos de “dueños de salinas”.
Porque, ha de saberse que quienes trabajan las salinas -quienes están de sol a sol- no son los dueños de las salinas.
Acaso hay alguna excepción por ahí …, donde en sus terrenos han habilitado cuarteles salineros.
Y aquí surje que muchos son “propietarios de salinas” aún cuando parte de estas salinas están dentro de fajas de terreno que de acuerdo a la ley, son fiscales, pero para esos efectos no se sabe cómo es eso.
Pero, lo habitual es que la mayoría de los salineros -al menos en tiempos pasados- trabajaban las salinas a “los dueños”, quienes después de ser producida, proporcionaban los sacos y se encargaban de venderla. Miles de sacos y, en consecuencia, cientos y miles de toneladas que se transportaban en ferrocarril a diversas ciudades.
Los salineros pasaban durante todo el invierno esperando su dinero para alimentar a sus respectivas familias; la que llegaba a puros “mejorales”, a “gotas”, “vales”, muchas veces humillaciones. No faltaba que el mismo dueño de salinas les vendiera, o pasara mercadería, a vil precio. Todo ello, argumentado porque aún no les han pagado.
Pero la necesidad tiene cara de hereje. A la vuelta del año, nuevamente los salineros estaban al pie del cuartel, limpiándolo, y luego todo el largo proceso que -hoy aún con toda la ayuda, equipos proporcionados- tarda meses para que la naturaleza, sol Dios mediante, vaya solidificando el agua salada en granos de sal.
Luego, el acopio y el secado -que permite ver durante meses una maravillosa cordillera de albos conos diseminados a ambos lados de la laguna hasta varios kilómetros adentro entre los cerros que la bordean a lado y lado.
Un espectáculo que atrae a cientos de turistas a conocer de cerca, su textura, su proceso. Y, de paso apreciar la diversidad de avifauna que tiene ahí su hábitat, donde cientos de aves completan una de las más hermosas postales de la comuna de Pichilemu.

Fotografías: Archivo “pichilemunews.cl/CapturasC13