
Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Ramón Lizana Galarce (*) – 25.09.2025
Corrían los años sesenta de la centuria anterior cuando nos fue presentado un nuevo profesor venido de otro punto de la región. Un hombre de estatura mediana, casi rubio y de sobresaliente ojos azules. Portaba una varilla en su mano derecha queriendo con ella mostrar su autoridad. Era Mario Noceti Zerega.
En correcta formación nos fue presentado como el nuevo director del Liceo José Miguel Camilo administrado en esos tiempos por diferentes sacerdotes asentados en la Parroquia Pichilemina. Rojas, Boggiolo, Padrós y Núñez además de ofrecer el servicio religioso dictaban algunas clases a esa generación que hoy se encuentra repartida por distintos puntos del país y del mundo .
Profesor de Castellano e influido por la música clásica y el arte buscó durante toda su permanencia inculcar esas disciplinas en nuestra vida diaria montando exposiciones en los pasillos del Liceo y obligándonos a escuchar ese tipo de música además de tener que aprender a deletrear el “Gaudeamus” y otras canciones seleccionadas para reafirmar nuestra personalidad como hombres de bien.
Los días lunes se cantaba el himno nacional y acto seguido revisaba la vestimenta, el tamaño del corte de pelo y las manos y uñas limpias y recortadas. Obligaciones y recomendaciones que marcaron la vida de todos quienes fueron sus alumnos.
Amante del Cine se apostaba todos los domingos en el foyer del Cine Royal mientras conversaba con la Sra. Florinda González, propietaria del lugar, y saludaba a sus alumnos que ingresaban a ver la película de la fecha.
Fueron años de formación y preparación para enfrentar el futuro con un guía que marco nuestras existencias obligándonos a conducirnos por el camino del trabajo y la rectitud.
Ante la imposibilidad de continuar sosteniendo el Liceo, el año 1969 la Iglesia local debió cerrar sus puertas debiendo sus estudiantes repartirse en ciudades como Santa Cruz, San Fernando, Rancagua, Santiago y Valparaíso en procura de continuar los estudios secundarios.
Fue un cambio radical para esos jóvenes adolescentes que tuvieron que emigrar haciéndose fuertes ante el alejamiento de sus padres. Las enseñanzas entregadas por Noceti evidentemente contribuyeron a soportar esos nuevos años en un mundo ajeno y con costumbres tan diversas.
En atención al cierre del Liceo Mario Noceti Zerega emigró a Rancagua, Nancagua y Graneros siguiendo con su vocación de educador y al mismo tiempo escribiendo algunos libros y crónicas para un diario rancagüino.
Pasaron los años y esa generación que debió aprender las lecciones de Mario Noceti Zerega se convirtieron en profesionales y técnicos en salud, en educación, en administración, en computación, en electrónica, en radiodifusión y en tantas otras especialidades siendo ellos quienes hoy le rinden tributo a una persona que supo entregar lo mejor de sí en función del bienestar de los demás.
Descanse en paz Mario Noceti Zerega.
(*): Profesor Universidad de Concepción, formado en la Casa Universitaria Penquista
Fotografía: Gentileza RLG
































































































