Fuente: www.pichilemunews.cl – 24.01.2025

Una foto con “un recorte” de diario que nos llega a través de Whatsapp, de uno de mis hijos, me sorprende en días recientes, al consignar el hecho que relata el Corresponsal del Departamento de Santa Cruz, Aquiles de la Fuente, profesor que fue por largos años Corresponsal de la cadena de diarios de la Empresa El Mercurio, al tiempo que se desempeñó por largos años como director del periódico local, El Cóndor.
En efecto, nos llamó la atención sobre el tema que habla sobre el muelle pichilemino y de varios personajes y autoridades, que toman protagonismo al ser consultados por el periodista Aquiles de la Fuente -a quien conocemos y enviamos saludos desde Pichilemu y abogamos esté con salud- ya retirado del ejercicio tanto de profesor y como director del medio de comunicación santacruzano.
La historia del muelle pichilemino la hemos escrito un par de veces y, exactamente, la última fue el 29 de noviembre de 2023 bajo el nombre “Pichilemu: La historia del Puerto que hubo antes de ser comuna …”, la que usted puede encontrar fácilmente al Googlear con esas referencia, con el máximo de detalles y la bitácora de engaños de autoridades y políticos que hicieron en el tiempo …..
Pero, en el recorte de prensa a que hacemos alusión, vienen detalles que nunca conocimos antes, cuando fue publicado, hace más de 50 años. Quizás porque en esos años estábamos estudiando en Temuco, en la sede de la Universidad de Chile, y obvio, preocupados de otra cosa. Y, ya abocándonos a lo que estaba estudiando, una carrera alternativa a otras que tenían prioridad, pero el puntaje nos dejó afuera de Periodismo.
En el “recorte” aparece mencionado el dentista Manuel Escobedo Morales -al que conocimos, como a su familia, y que ejercía en Chacabuco con San Pablo y cada cierto tiempo en Pichilemu, donde tenía propiedades. Además, aparecen mencionados pescadores, como Evaristo Vásquez Sanhueza, Hernán Olivos Vallejos, Juan Francisco Bozo. Obvio, quien construyó el muelle, Daniel Ortúzar Cuevas su propietario y a la vez de la Hacienda “San Antonio de Petrel”, al Presidente José Manuel Balmaceda Fernández. También al oficial de Marina, Manuel Escobedo Sánchez.
Asimismo, menciona al alcalde de Pichilemu Washington Saldías Fuentealba, al regidor Jorge Díaz García (exSubdelegado de Gobierno y funcionario municipal), al exregidor Héctor Greene Valverde, al exalcalde Carlos Rojas Pavez (investigador, historiador, exsecretario municipal y fundador del periódico “Pichilemu”).
El dentista Manuel Escobedo era una persona muy jovial, bonachona, conversador y con facilidad para hacer amigos. De hecho, muchos pichileminos fueron sus amigos y está en los recuerdos de algunos que quedan de esos tiempos.
Conocimos a dos de sus hijos: A la Clarita y a Rodrigo. La Clarita se casó y su hijo Juan Andrés -amigo de mi hijo mayor- encontró el recorte en el baúl de los recuerdos y lo compartió. Producto de ello, me llegó y lo cuento porque a más de alguien le puede interesar este trazo de la historia.
Historia de la historia
Para ir al grano, don Manuel Escobedo decía que tenía “cargo de conciencia” porque su padre -oficial de Marina- debió cumplir con las órdenes del Presidente José Manuel Balmaceda y, su padre cumplía las órdenes. Una de ellas fue destruir el muelle de Daniel Ortúzar, para evitar que por éste siguieran embarcando personas para enrolar en contra del gobierno constitucional que presidía Balmaceda y, además, pertrechos, animales, forraje y vituallas.
Como lo consigna la historia oficial, el día 11 de marzo de 1891, apareció en la madrugada el buque “Maipo” para recibir un grueso contingente de campesinos que los dueños de fundos de la zona (hoy Región de O’Higgns) concertaron con los revolucionarios congresistas de entonces. Tras ello y conocida la noticia e informadas las autoridades, éstas dieron orden de destruir el muelle.
Para ello se procedió a incendiarlo, lo que dejó solo fierros y restos de madera humeantes, como, asimismo, lanchones que se usaban para llevar y traer carga desde los barcos surtos en la bahía pichilemina.
Por ello, don Manuel Escobedo -decía- que quería reconstruir el muelle y así saldar esa deuda que le removía la conciencia. Claro, medio en serio y medio en broma …. Y, por lo mismo, quienes lo escuchaban a la hora del aperitivo de mediodía o en un descanso tras una peleada partida de brisca o al cacho, le tiraban su talla, diciéndole: “tiene un cargo de conciencia y quiere dormir tranquilo”.
Realidad
Pero, en realidad, en esos años la pesca que sacaban nuestros hombres de mar, llámense pescadores eran muy pocos pues no tenían embarcaciones para salir a pescar, tirar redes, lances, y debían contentarse buceando entre medio de las rocas y cerca de la costa, o la mayoría “marisqueando” en las orillas o extrayendo algas para vender.
Por ello, el ansiado muelle siempre fue una esperanza de tener mejores condiciones para entrar al mar y, por ello, los políticos se servían de esa necesidad y “construían” muelles en cada campaña política y, luego en el parlamento se olvidaban de sus promesas.
Felizmente, esa realidad fue cambiando y aún sin muelle, hoy -desde hace algunas décadas- gran parte de lo que se consume en cuanto a pescados y mariscos proviene de las manos de nuestra gente de mar.
Hace 50 años, era distinto. Gran parte era traído desde el Terminal Pesquero de Santiago, como lo consigna el recorte de Las Ültimas Noticias, medio al cual pertenece el preciado testimonio de parte de la historia pichilemina en torno al muelle construido por el hacendado y posterior diputado Daniel Ortúzar Cuevas en más de tres ocasiones.
Fotografías: Recorte LUN-1971-72/WSG/Archivos “Pichilemunews”.
