Fuente: www.pichilemunews.cl – 18.06.2023
– Después de un recorrido cultural y social, conocimos grata sorpresa en “Callejón Art” -calle Dionisio Acevedo 248- la que visitamos pensando era una feria artesanal; pero no. Es más que una feria de artículos de recuerdos, pues nos encontramos con arte, artistas, creadores en un lugar que está montando -con mucha visión- el pichilemino Mario Quijada Cortés. Y, de verdad: “Nos alegramos por todos los que están allí, formando parte de ese lugar”.
El sábado pasado, tuvimos una serie de satisfacciones que -algunas, aunque son parte de lo privado- nos lleva a contarlas, pues una a una nos lleva a la otra.
En efecto, por la tarde, tras enterarnos el día antes que dos amigos pichileminos estaban resentidos de salud, junto con enviar saludo a uno de ellos a través de su esposa -a la que no veíamos desde años, por encontrarnos fuera de la comuna- al preguntar por otros familiares, nos informó que a uno de ellos lo habían trasladado de urgencia al Hospital de Santa Cruz hacía pocos días y que aún estaba ahí recuperándose.
Ante lo cual, me prometí que al día siguiente iría a saber cómo seguía la salud de Manuel, y conversar con una de sus hijas, que le acompaña en su casa en Pichilemu tras venirse desde Santiago a pasar la pandemia.
La esposa de mi amigo me dijo: “Que bueno, ella debe tener información más actualizada de cómo sigue su papá. Y pasé a ver a mí Manuel, no se le olvide que estamos al lado y él se alegrará de verlo después de tanto tiempo …”.
Así, partimos al poniente para cumplir con lo anunciado. Sin embargo, a la altura del Centro Cultural “Agustín Ross” nos dijimos por qué no pasar y “matamos tres pájaros de un tiro”: Vemos las dos muestras inauguradas el jueves (la cual supimos cuando ya no podía postergar otro compromiso) y saludamos a nuestro coterráneo Álvaro -quizás a la tercera vez lo encontramos- quien trabaja allí como guardia y uno de cuyos hermanos había fallecido a mitad de mayo.
Pudimos ver las obras en maderas nobles del artesano Oscar Pino, no así las obras de la pintora González Ragulín, cuya sala -según se nos informó- estaba siendo preparada para una actividad cultural de esa misma tarde y, donde en la mañana, se había lanzado un libro, cuya actividad tampoco fue informada y que no pudimos dar a conocer.
Y, claro, sí pudimos saludar a Álvaro, a quien en dos ocasiones anteriores habíamos intentado ver y saludar; pero que habían coincidido con sus días de descanso. Más aún, ahí hicimos una cuarta gestión: Solicitamos mail y número de celular de la Directora del Centro Cultural, para que dé instrucciones a los encargados de comunicaciones y redes sociales, que -a no mediar pago de bonos u horas extras- considere el envío de la información y material a todos los medios de comunicación, al menos a los locales. Que, en nuestro caso, tiene la mejor disposición de colaborar con difundir todo lo relacionado con la cultura, las artes; sobre todo de ese espacio cultural por el cual luchamos, peleamos e hinchamos por años ante las autoridades, ante la desidia, para que se restaurara y sirviera de múltiples formas al desarrollo de nuestra comuna.
De ahí, seguimos unas pocas cuadras más, caminando por el Parque de Palmeras.
Registrando cada espacio con nuestra cámara, hasta que, en un dos por tres llegamos.
Pero, pese a gritar aló, aló, aloooó, ni los perros ladraban. Ni en la casa de Manuel 1, ni en la casa de Manuel 2 -cuñados y vecinos- y cuando ya concluimos que, quizás andan comprando …, veo que se acerca Richard -hijo de Manuel 2- y lo saludo. Me confiesa que desde un par de cuadras ya había notado que alguien estaba enfrente de su casa y se preguntaba quién será. Afortunadamente para él, no era un fulano que buscaba saber si había moradores y, si intuía que no, aprovechar la ocasión …
Le pregunto por su padre y me contesta con alegría y tranquilidad, que está bien y recuperándose, fuera de peligro y que pronto le darán de alta …
Y, luego de saber que la salud de uno de mis amigos (*) estaba mejor, y enviar saludos a sus hijas, nos despedimos para seguir nuestro camino.
Caminábamos por la misma calle, con la idea de visitar a uno de nuestros hermanos, al no tener señales de Manuel 1, no había caminado media cuadra cuando aparece su esposa -con la cual me había encontrado el día anterior- y le digo: “Ya me iba hacia donde mi hermano, pues no salió nadie y tampoco nadie respondió mis llamados ….”.
Yo salí a comprar y Manuel está medio sordo y debe estar mirando monos en la tele. Ahí se entretiene. Vamos, para que lo salude …
En efecto, ahí estaba viendo monos animados, como un cabro chico. Sentado en su silla de ruedas tras la enfermedad que lo afectó, tras décadas de trabajar como mueblista junto a sus hermanos cerca del Terminal de Buses. Me cuenta que, pese a sus ganas de seguir trabajando, el médico le aconsejó no seguir haciéndolo. Y mientras intenta levantarse de la silla, me dice que él puede levantarse y caminar. Claro, ayudado por ese burrito que está ahí al lado; pero cuenta que -finalmente- hizo caso a las recomendaciones y se deshizo del taller. “Y aquí me tienes, solo con mi viejita que me cuida, en tanto, mis dos hijos con sus familias”.
Tras intercambiar impresiones y compartir un rato y dejar saludos para sus hermanos mayores, Sergio y Juan, nos despedimos y continuamos con nuestra marcha.
Sorpresa cultural: “Callejón Art”
Optamos devolvernos a casa. Ya cayó la tarde y el frío se hace sentir, no obstante, un desvío nos permite ver movimiento en un lugar en la esquina de Federico Errázuriz con Dionisio Acevedo. Luces y música denotaban movimiento en una Feria Artesanal que desde un tiempo a esta parte funciona allí, pero que no habíamos visitado.
Grande fue nuestra sorpresa al acercarnos. Constamos que una propiedad que tenía como 40×40 metros estaba dividida en la Feria Artesanal e, inmediatamente en otro sector -por Dionisio Acevedo- tenía un acceso distinto al otro lugar y que no era parte, sino bien distinto. En efecto, tenía locales a ambos costados con un pasillo, donde se ordenaban locales muy bien hechitos y sus moradores -ahí la diferencia- eran artistas de diferentes disciplinas, aunque la mayoría pintores. Y, también un par de locales fuera del ámbito artístico, pero que se complementan muy bien.
Más sorpresa aún, fue encontrar ahí -al coterráneo y dueño del lugar, Mario Quijada- y a dos artistas conocidos de más de treinta años, Pedro Ríos Etcheverry quien es pintor, escultor y artesano en muebles; y a José Ignacio Vargas Celis, pintor, muralista y -también, uno de los antiguos surfistas pichileminos, padre del reconocido surfista Nicolás Vargas Guajardo- quien, además, hace ahí cursos de pintura personalizada. De hecho, nos presentó a una de sus aventajadas alumnas y algunos de sus trabajos que exponía en el lugar.
También conocimos a su pareja Natalia Salazar, quien es escultora y está radicada desde hace algún tiempo en nuestra comuna.
Igualmente, a Javiera González Guzmán -la aventajada alumna, que ya mencioné- aunque ella, ante nada, es una integrante del staff del Colegio “Divino Maestro”, donde es profesora de Educación Básica y Matemáticas.
Danos por favor, una pequeña descripción de tu persona y qué te motivó a tomar clases de pintura.
“Bueno, aparte de lo ya dicho, de ser profesora y provenir de Santiago, tengo 31 años y soy también una eterna amante de las artes y la pintura.
De niña me gustaba pintar y descubrir nuevos materiales. Ya estudiando en la universidad conocí la acuarela y retomé mi pasión por la pintura.
De hecho, con mi mayor inspiración, el mar, fue que decidí venirme a vivir a Pichilemu.
Desde que llegué busco nuevas experiencias dentro del arte y así fue como en marzo del 2022 comencé las clases de pintura con el artista local José Ignacio Vargas. A partir de entonces, además de la acuarela, es que pinto acrílico. Mis temáticas son animales marinos, olas y atardeceres como fuente de aprendizaje e inspiración”.
Parte de esas temáticas y otras, pudimos apreciar en uno de los espacios que brinda ese “Callejón Art”, donde se ve que el talento va de su mano.
Y, más que hablar de los artistas que ya hemos mencionado y que conocemos -Pedro Ríos Etcheverry, José Ignacio Vargas Celis y Natalia Salazar- los invitamos a conocer y cerciorarse in situ con sus obras. Y, obviamente, conocer a las demás artistas que dan vida a hermosas creaciones con su talento, en otras disciplinas.
(*): Aunque en otras ocasiones nos hemos referido a este coterráneo y amigo pichilemino -Manuel Muñoz Jorquera, más conocido como Foto “Madrid”- fue en mis primeros años de Corresponsal un apoyo fundamental para desempeñar ese cargo de la mejor forma.
Por años, e incluso un verano trabajando como fotógrafo en las playas, durante mis vacaciones, con sus máquinas fotográficas. Leica, Canon, Olympus, Nikon, Woilander, Agfa, Fujica, Rolleiflex, entre otras marcas y modelos estaban ahí para usar, gratuitamente, lo que me permitió experimentar y aprender algo de fotografía. Gracias a su generosidad es lo que aprendimos. Cosa de lo cual me siento un eterno agradecido; como seguramente todos aquellos jóvenes pichileminos que -siguiéndolo a Santiago después de la temporada veraniega- trabajaron con él, sin conocer mucho de fotografía y que luego de aprender los secretos del arte fotográfico se sintieron preparados para emprender el vuelo propio.
Muchos pichileminos -unos pocos aún ejerciendo el oficio- aprendieron con él, luego formaron familias …..
Fotografías: WSG
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