Recordando un hito histórico que está unido fuertemente con nuestra comuna: La llegada del primer tren de pasajeros a Pichilemu
Nota del Editor: Con gran satisfacción incluimos este artículo que da cuenta -en el marco del Centenario que se cumplirá el próximo 5 de enero de 2026, de la llegada del primer tren de pasajeros a Pichilemu- pues, coincidencia o no, se ha generado un productivo intercambio epistolar y, no poco material relacionado con el Rama San Fernando-Pichilemu.
En efecto, temas musicales que tienen que ver con este hecho, casi, centenario, que de alguna manera hemos llamado a destacar. Y, felizmente, de a poco han ido respondiendo algunos, mientras esperamos a otros que se han comprometido, para relevar ese hito histórico.
Ya se sorprenderán, se lo aseguramos …. Ahora, sin más preámbulo, los invitamos a disfrutar de los que nos señala el siguiente artículo:
MIS VIAJES A PICHILEMU, (BOSQUE PEQUEÑO, EN MAPUDUNGÚN)
Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Mario Isidro Moreno (*) – 19.10.2025
Este paradisíaco lugar de la costa colchagüina, fue bautizado Pichilemu (bosque pequeño, pichi -pequeño, lemu-bosque), por los Promaucaes, pueblo originario establecido allí y que se caracterizaba por su cercanía con el mar, obteniendo recursos a través de la pesca, la recolección de mariscos y la caza de lobos marinos.
En el año 1891se formaliza como Comuna y se transforma en balneario de élite a principios del siglo XX gracias al empresario Agustín Ross Edwards.
A pesar de que, inicialmente fue un lugar de descanso “exclusivo” para los hacendados de la zona, luego se convirtió en una playa popular al que concurría las familias de medio pelo, entre las cuales me incluyo.
Mis primeros viajes fueron con Olegaria, mi madre de crianza, la cual contaba con innumerables amistades que nos recibían con mucho agrado, como una forma recíproca de sus visitas a nuestra casa de la Lajuela, donde eran atendidos a cuerpo de rey, dado que “destustuzar” un ave para atenderlos no era mayor trabajo por la gran cantidad de gallinas, patos, pavos y gansos que mi madre criaba.
Nuestro viaje se realizaba en tren a vapor que esperábamos en la estación de Paniahue y que procedía de San Fernando.
No pocas veces mis ojos de llenaron de carboncillo al abrir la ventana de nuestro carro para presenciar el paso del convoy por varios puentes y túneles que existían en la ruta.
Otros viajes que realicé fueron en vacaciones escolares donde se elegía a un grupo de alumnos de buena conducta y excelentes notas, para premiarlo con una estadía en el hermoso balneario.
Con los años, estando ya establecido en la capital, un matrimonio amigo me dio por ahijada una de sus hijas, a la que apadriné pasando a ser “padrinito cacho”. Recuerdo que mi compadre, era cantor de tangos y actuaba con bastante éxito en algunos locales pichileminos. Mi comadre, era oriunda de Pueblo Viudas, donde vivían sus padres.
Cuando contraje matrimonio, recibí la cordial invitación de ir a pasar la luna de miel a Pichilemu, puntualmente a Pueblo Viudas. Desde allí, caminábamos por las dunas hasta llegar al mar para deleitarnos con un baño en esa playa de escasa profundidad. Igualmente, nuestra caminata hacia el sur-poniente, nos conducía a las salinas de Cáhuil, para degustar el congrio frito más exquisito del mundo.
A este balneario se le conoce como la capital mundial del surf y existen algunas interesantes historias al respecto.
Primero, se habla de un vecino del sector que se introdujo en el mar con una tabla común y corriente y que se internó mar adentro, siendo llevado por las corrientes y rescatado posteriormente por algunos pescadores.
También se habla de Ramón Navarro, hijo de un pescador que creció buceando y hasta vendió empanadas para costear sus viajes y participar en competencias internacionales de surf, transformándose en estrella mundial de este deporte.
La historia nos cuenta que el primer deportista de esta disciplina en Pichilemu, fue el “surfista gringo”, un extranjero barbón y aventurero que, alrededor de 1970 llegó al lugar trayendo una tabla de surf, desconocida en el lugar, y cautivó a los lugareños con su habilidad en las olas, marcando un hito pionero en el devenir de este deporte en el balneario.
En mis años actuales, más de una vez he visitado Pichilemu, muy distinto a lo que era, pero aun así no ha perdido su magia que se recuerda en sus tradiciones y leyendas como “El Cuero de la Laguna del Perro”, que narra la historia de un pescador que fue atacado por este ser que los pueblos originarios llamaban “trülke wekufü” (Cuero de Agua). A su amo lo salvó su perro que combatió al monstruo; o la leyenda de la Poza del Encanto que se refiere a unos enamorados que tuvieron un final trágico y que, en las noches de luna llena, se puede ver a la joven al borde del estanque natural.
(*): Escritor, Investigador, poeta y folclorista.
Fotografías: Gentileza de MIM/Archivos “Pichilemunews”.
