Estimado Washington:
Interesante saber sobre el apellido Llanca, palabra que es una de las más enigmáticas de nuestro acerbo, diría también, del mundo entero.
Manuel Llanca es el personaje que el escritor Manuel Rojas encontró en Cahuil y era vendedor de sal, y que tenía los ojos verdes y el pelo claro, a quien este escritor le preguntó qué significaba Llanca? y el mismo Rojas presumió que la palabra era de origen vasco. Manuel Llanca de Pichilemu, sí es pariente mío. Tenía Rolex Replica Watches una botillería y ahora, o siempre, su mamá una Residencial en la esquina de la calle de la Municipalidad, son parientes que vienen de uno de los hermanos de mi abuelo Honorio Llanca Pavez –que fue la primera autoridad policial que tuvo Pichilemu y gobernó junto con el padre del Cardenal Caro–, el tío Domingo quedó ciego por la sal de Cahuil.
En el estudio que hice sobre la toponimia pichilemina hablo de la palabra Llanca. Antonio Saldías lo publicó in extenso en su blog (www.cahuilsalinero.blogspot.com). Es uno de los trabajos de investigación más interesantes que he realizado. Aquí algunos estamentos intelectuales universitarios, lo han encontrado más que valioso, y me han solicitado un trabajo más extenso sobre él a pedido de una editorial judía de Berlín. Veremos si lo hago para ellos o para Pichilemu y todo el incrédulo Chile.
Acerca de la verdad de esta palabra, de la cual hasta el psicoanalista famoso Sigmund Freud, se encargó de analizar, es de origen semita oriental, propiamente hebrea, conocida desde antes que apareciera Moisés en la historia de los judíos, desde esa etapa de “Los hombres del Mar”, los cretenses, que invadieron Egipto, adueñándose de él durante siglos y fundiéndose con esta civilización, la palabra significa lanza, dio origen al verbo lanzar, que eran los rayos que Júpiter lanzaba provocando grandes tempestades que arrasaban con bosques y seres vivos. Después los judíos, que copiaron toda la cosmografía religiosa, tanto de estos hombres del mar como de los egipcios, incorporaron esta palabra a uno de los ángulos del ojo de Jahvé, propiamente la escuadra, las tres puntas de la lanza de Júpiter –después fue el ojo escrutador de Jehová, cuando los judíos conformaron su religión–, tomada, como dije, de otras creencias, le llamaron a esos ángulos Johann, Jehú y Josué, el sonido de la “j” como raíz da la señal de un mismo significado e igual proveniencia.
La palabra y sus semejantes derivados, a mi entender de ese Llanca, de tan bello sonido es hebreo, no mapuche.En Europa: en España, existe como Juan y sus grafías y fonéticas de acuerdo a cada lengua; son cantidades en Alemania los Johannes, Jens, Hans; en Polonia Yanka Juanita; Yanco Juanito; Yanky Juanillo; con otras consonantes iniciales como Janka, Chanka, Chanca, Llanca, Yanqa, y así hasta casi nunca acabar. Incluso como entre los mapuches compuesta como prefijos y sufijos, o simplemente como raíz, entendiendo esto en términos lingüísticos.
Por ejemplo: Llancaqueo, no es más que un Johann, o Juan de la etnia aquea, a la cual pertenecía, en la antigüedad, un numeroso grupo de judíos; un Llancaman es Juan hombre, man es en Germano ser humano, (los sacerdotes que evangelizaron la araucanía fueron casi todos alemanes). Suma y sigue y no acabaríamos nunca, hasta convertirse, el aclarar esta palabra, en una fantasía increíble. Así de simple y de ello Pichilemu tiene el privilegio.
Esta etnia, la mapuche, la tomó de los conquistadores igual que la palabra chile, rancagua, lebu, pichi, Lemu, y cientos de otros topónimos o nombre de cosas, y las incorporó a su vocabulario, ignorando su significado lo valoraron por venir del conquistador, a quienes la mujeres se entregaban sin decir “agua va”, porque tener un mestizo era progreso étnico, así lo entendieron los negros de EEUU, y todos los seres ante sus conquistadores. Ante los romanos sucumbían todos.
Es muy digno, pese a la ignorancia de muchos, que el hombre que sabe de dónde viene asuma su ascendencia y defienda sus valores. Nosotros los pichileminos, somos, tan sólo, lamentablemente, mestizos de judíos y promaucaes, promaucae significa ratón ciego, que es como se nombra al murciélago.
Por si hubiera algunas dudas, al incrédulo le sugiero que en “Google” ponga la palabra Llanca y verá como aparece en España, y si busca en “Youtube”, la verá aparecer, en movimiento, en un pueblo de hermosísimas playas –y de un turismo envidiable por el orden, el progreso y su creciente divulgación por toda Europa– de Cataluña, cerca de la frontera con Francia, arriba de Cadaqez. Llanca con cedilla, signo tomado del francés, es un pueblo que fue fundado en el 1200 y perteneció hasta 1492 al conde Corral de Llanca y su familia.
Supuestamente, por ser judío, para evitar ser quemado en la hoguera inquisitorial, este noble personaje viajó a América cargando con toda su tradición y sus honrosos apellidos, como lo hicieron los conquistadores Cortés, Pizarro, Alvarado, Castillos, Caro, Gaete, Carvajal, etc., etc., y todos los judíos exiliados de la Inquisición en esa etapa desde el descubrimiento hasta la colonización americana.
Es de nunca acabar. No creo que tenga tiempo, en mi vida que se acorta, de aclarar este misterio, que pareciera no tener importancia, pero ante tanta ignorancia de no saber de dónde provienen nuestros nombres, ni siquiera la palabra Chile, nos encontramos ante la oscuridad que no deja ver el futuro. Si no sabemos de quiénes venimos, ¿sabremos algún día a dónde vamos?
Lástima no tener el Mail de ese Manuel Llanca, y de haber perdido contacto con Vargas Llanca de Australia. Por último, creo que todos los pichileminos de apellido Llanca somos parientes. Hermoso estar vinculado a nuestra tierra con tanta raigambre, todos lo estamos, en todos los confines de la tierra y valemos, no por lo que la sociedad que impera nos evalúa, sino por la esencia en la que uno se reconoce. Más ahora, que ese pueblo mapuche de nuestros medios antepasados es avasallado, justamente por la otra mitad como lo fueron los judíos conquistadores, en su mestizaje con el mapuche, y que son ahora, los judíos que siguen conquistando a Chile, los dueños de casi todo, gobiernan, tienen un presidente judío y casi todos sus ministros también lo son. Es decir, en Chile, la lucha entre mapuches y judíos conquistadores sigue como en esos años de 1540, desde que llegó Almagro y Valdivia.
Pichilemu tiene uno de los misterios lingüísticos más interesantes. Caminando por sus calles, en seres vivientes portándolo con humildad y diría, una magnífica soberbia que lo engrandece. Así es la historia, una palabra provoca curiosidad y da lugar a desparramar conocimientos a explayarse alegremente en esta matutina jornada que empiezo leyendo tu amable mensaje. Gracias por él.
Un abrazo.
Jorge Aravena Llanca
Desde Berlín, Alemania