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Chile

Pichilemu: Tragedia en el mar hace 62 años y la “tragedia” que se vive hoy en el borde costero

Fuente: www.pichilemunews.cl – 14.02.2021
– En los años 50, la fecha conocida hoy como el “Dia de los Enamorados” por celebrarse a San Valentín, el día 14 de febrero, tenía solo connotación para quienes llevaban el nombre Valentín y su entorno familiar.
– Hoy, para al menos dos familias ese día no resulta para nada agradable, ni de enamorados, ni romántico, pues producto de un accidente aéreo que tuvo lugar en el mar, al caer a metros de la costa el avión que había despegado minutos antes desde el aeródromo de Pichilemu con destino a Santiago, sus vidas quedaron tronchadas, rotas, con esa tragedia.
– Lo anterior, por suerte, es un hecho aislado. Distinto a lo que sucede por décadas no solo en el borde costero local, sino prácticamente a lo largo de todo el país: La verdadera “tragedia” que -lejos de reducirse- se acrecienta y recrudece en época estival, cuando ciudadanos de diversas latitudes comprueban que en la práctica -lo que está escrito en la Constitución- en lo que respecta al libre acceso a las playas, el borde costero, es transgredido por los propietarios ribereños de lagunas, lagos, ríos y mar.

En efecto, eran las 17.55 horas del día sábado 14 de febrero de 1959 cuando tras el chequeo de rigor de la aeronave, el piloto -Víctor Furnaro- y el pasajero – Italo Magnolfi Vignolini- despegaron con rumbo hacia Santiago, donde ambos esperaban llegar en aproximadamente una hora y minutos de vuelo.
El avión era un Piper, matrícula CC-SKG perteneciente al Club Aéreo de Santiago, CAS, con asiento en el Aeródromo de Tobalaba.
Sin embargo, un vuelo rutinario que no consideraba ninguna complicación -por las condiciones de tiempo reinantes- tuvo un final abrupto a los pocos minutos de despegar desde la pista del aeródromo pichilemino.
Para los pocos residentes y veraneantes del sector Infiernillo -donde está emplazado el aeródromo local, desde los años 30- el ruido que imprimió el motor, al ser acelerado para llegar a las revoluciones para emprender carrera y despegar fueron las que establecía el manual del fabricante. Sin embargo, ya en vuelo ocurrió algo inesperado y por decisión del piloto se fue a pocos metros de la superficie del mar y a unos cien metros paralelo a la costa.
Ese es el relato que hizo años después, quien en esos minutos se encontraba pescando en los roquerios, quien recordó: “Yo estaba pescando cuando sentí que por el sur se aproximaba un avión y a poca altura, cuando de prontó se precipitó al mar, a metros de los roqueríos que se encuentran más afuera (las denominada Piedra del Lalo, años después)”.

¿Y ante ese accidente qué hizo usted?
“Yo miré para todos lados y no vi a nadie visible, así que lo único que atiné fue tomar mis cosas y correr hacia la Tenencia de Carabineros para avisar y ver qué se podía hacer …”.
Ante su relato del accidente, ¿cuál fue la reacción del personal de Carabineros?
“Como usted comprenderá, tras correr varias cuadras -no menos de 20- llegué cansado y agitado. Como pude le expliqué al carabinero de guardia lo que había presenciado, pero no me creyó. Incluso me dijo si había bebido o algo por el estilo. Y cómo vi que no hubo una reacción de comunicar siquiera a un superior ni menos intento de hacer algo efectivo, me dirigí a la Estación de Ferrocarriles …”.
¿Y por qué razón allá?
“Como estimaba que había que hacer algo de inmediato, aunque era difícil pensar que estuvieran vivos los ocupantes del avión, pensé en ir a hablar con el Jefe de Estación. Yo era conocido de él porque mi padre también era Jefe de Estación. Entonces mi idea era que mi padre -que conocía a un superior de Carabineros de Santa Cruz- se enterara del suceso y, de alguna forma, se comunicara con sus subordinados de Pichilemu, para que se informaran otras autoridades de Pichilemu e hicieran una investigación al tiempo de averiguar quiénes iban en el avión y avisar a sus familiares”.
¿Y logró que se hiciera algo?
“Bueno, el Jefe de Estación de Pichilemu me puso en contacto con mi padre, a través del Selector (equipo usado en Ferrocarriles para comunicaciones) y tras darle a conocer del accidente, efectivamente se comunicó con superiores de Carabineros y, éstos a su vez tomaron contacto con personal de la Tenencia de Pichilemu”.
Y prosigue: “Yo luego de conversar con mi padre y que se contactaría inmediatamente con Carabineros me dejó tranquilo y con la satisfacción de haber hecho todo los posible por colaborar …”.

RESCATE
Lo cierto es, que informadas las autoridades locales, como la Alcaldía de Mar, que desempeñaba ad honorem don Teobaldo Liberona Ramírez -a la sazón Jefe de la Oficina de la DOS- era que poco o nada se pudo hacer. Aunque se rastreó la costa para ver si los ocupantes hubieran reaccionado y lanzado al mar ante la inminente caída, pero sin resultados positivos.
Paralelamente, los familiares realizaron gestiones con una empresa pesquera y buzos profesionales, del Puerto de San Antonio, para que pudieran rastrear el fondo marino y proceder al rescate de las víctimas y del aparato.
Fue así, como el día 21 de febrero apareció el pesquero “Ocean Gift”, entre su tripulación con dos buzos profesionales con sus equipos, entre trajes, escafandra y mangueras para que se les proporcionara oxigeno.
Los pescadores y buzos pichileminos -estos últimos a resuello- quisieron colaborar, pero por seguridad, la autoridad marítima no los dejó, pero igual estuvieron dispuestos a informar a sus “colegas” que no conocían el lugar, a decirles cómo era el comportamiento del mar en el sector donde éste azota fuerte y para alguien que no conoce puede ser peligroso. Es por esta razón que, en documentos fotográficos -que tenemos- varios pichileminos aparecen sobre la cubierta del barco pesquero.
Es así, como junto al Alcalde Mar, Teobaldo Liberona, está -a su derecha- Rafael “Cachete” Carreño Vargas, José “Castañón” Flores (oriundo de Constitución, pero tras naufragar en Pichilemu, se quedó para siempre). A su izquierda, aparece -en traje de baño- el joven Mario “Guatón” Correa Arraño. Y el dueño de la embarcación, de lentes y corbata. Atrás, aparece el buzo Raúl Villagrán y el pichilemino Luis “Lucho Pato” Muñoz.
La búsqueda dio resultados, pero no los esperados. El buzo Villagrán tras varias inmersiones encontró el cuerpo del piloto con su cinturón de seguridad abrochado; en tanto el asiento donde estaba el pasajero, aparecía vacío y el cinturón de seguridad abierto. El motor de la aeronave se encontraba distante del fuselaje a unos 30 metros de profundidad. Tanto el cuerpo del piloto como los restos del avión fueron izados al barco pesquero.
Todos estos antecedentes fueron recabados desde la Bitácora de la Alcaldía de Mar, en los años ’80 y facilitados por el alcalde de Mar de entonces, Alejandro Mella Galaz; todo lo cual publicamos en un extenso reportaje que publicamos en las páginas del Periódico “Pichilemu”, con motivo de su reedición en Enero de 1986.
En atención a que, respecto del pasajero la mencionada bitácora solo consignaba que el cuerpo del otro tripulante fue rastreado por varios días sin éxito; en un intento de dilucidar este misterio, quisimos conocer qué resultados arrojó la investigación del Fiscal de Aviación designado para investigar las causas del accidente; pero -por las restricciones imperantes- no logramos que se nos diera una respuesta satisfactoria de la instancia correspondiente.

La “otra tragedia
” A través de la redes sociales es comun ver denuncias sobre el “abuso” -no uso del borde costero- de parte de propietarios que dicen serlo y cuyos deslindes, según sus Escrituras y/o Títulos de Dominio es con el Océano Pacífico.
En algunos casos eso es posible, pero no por ello significa que las propiedades llegan a topar el mar. ¡¡No, de ninguna manera!! Lo mismo ocurre con quienes deslindan con lagunas, lagos, esteros, ríos que incluso pueden estar dentro o pasar por una propiedad; pero siempre en todos los casos, hay una franja fiscal desde el límite de la línea de más alta marea, en el caso del borde costero. Y, por esa franja fiscal, se puede pasar, transitar, como detenerse a descansar, retozar, bañarse sin que llegue nadie a sacarlo, como a sucedido en algunos lugares.
Y, por otra parte, en cuanto a los accesos al borde costero a través de predios privados -como es el caso de Fundos, Hijuelas- es el Intendente Regional quien tiene la autoridad -según lo faculta la ley- para decretar vías de acceso libre al mar, en coordinación y asesoría con otros servicios, como Bienes Nacionales, por ejemplo.
Sacamos el tema a colación, puesto que -como lo señalamos- es recurrente las quejas tanto de hombres de mar, como pescadores deportivos. Y cómo no, de propios bañistas que para acceder a algunas playas se encuentran con accesos cerrados, flanqueados por portones con candados, como también en el radio urbano pichilemino que bajadas a terrenos de playa ahora son sitios -incluso ya construidos- que a través de resoluciones judiciales, “transforman terrenos fiscales” en privados SIN QUE HAYAN PAGADO NI UN SOLO PESO A NADIE. Ni siquiera al abogado que les tramitó la gestión, pues se hizo “miti y miti”.
Es más, posteriormente, tras subdividir el terreno los vendieron a terceros. Y uno de estos “terceros” tan adelantado como quienes le vendieron parte del terreno, no contento con su cabida, logró que un Juez le “diera” la mitad de la Avenida Costanera frente a su terreno; dejando obviamente a la Avenida Costanera más angosta.
¿Y qué cree que hizo el alcalde de entonces, el administrador de los Bienes Nacionales de Uso Público, BNUP, que por ley debe cautelar, proteger y administrar?
¡¡NADA!!, absolutamente nada.


Pero no todo es eso. En días recientes, tras recorrer el borde costero desde la Playa La Puntilla, La Caletilla al sur hacia el sector del Rapanui (y, lo mismo pasa con propiedades desde el sector Rapanui al sur), nos preguntamos si todos aquellos sitios tienen o no la misma cabida original, correspondiente al Plano de Loteo.
Evidentemente que así debiera ser, ¿pero será con todos?
Esta aprehensión, dicha de otra manera hizo que un Juez distinto del anterior -porque hay jueces y jueces- reflexionara respecto hacia un notorio aspecto que le llamaba la atención.
En efecto, dijo a “pichilemunews”: “Llama la atención que muchos propietarios, tras comprar un terreno descubren con facilidad que a su terreno “le faltan m2 de superficie” y llegan al Tribunal para que la justicia resuelva a su favor sobre la presentación; pero nunca para reconocer que su terreno “tiene más m2 de lo que dice su Escritura de Compraventa”.
Cabe recordar que, en años pasados todo ese sector era un lugar visitado por muchos pichileminos, ya pescadores de orilla o recolectores de algas, etcétera, como también vecinos que de vez en cuando visitaban las Grutas, a cuyas imágenes religiosas iban a pagar mandas. De ahí el nombre de la Poza de la Virgen …
Había lugar para orar, rezar, como también para armar una parrilla y comerse un “asaíto”, o sacar piures y comerlos ahí mismo. Pero eso es cosa del pasado …
Hoy, es cosa de intentar recorrer el lugar y uno se encuentra que los sitios, que llegaban bastante más arriba, hoy prácticamente obstruyen el paso.
Todo ello, pese a que en el Plano Regulador Comunal de Pichilemu, PRC, que no respetan ni las autoridades, está contemplada una franja llamada Paseo Peatonal, para precisamente RESGUARDAR, CAUTELAR el paso libre de todo ciudadano: hombres de mar, vecinos, turistas, para que recorran “de punta a punta” nuestra costa.
Ese fue el propósito de quienes trabajamos en los talleres ciudadanos cuando se discutieron normativas para la reformulación del PRC, en los años 2000 y, que tras ser aprobadas por todos los organismos competentes, pasó a ser un Decreto Ley que fue publicado en Febrero del 2005.
Esas autoridades comunales que aprobaron esta normativa -y muchas otras- para asegurar que el borde costero quedara libre de obstáculos, enseguida y las que les sucedieron -con varios de aquella época aún en el actual Concejo Municipal- no hicieron nada para avanzar ni menos construyeron NI UN METRO de ese paseo peatonal que va desde el sector La Caleta hasta Cáhuil.
Si hasta la casa que construyó el ahora ex Notario Público y Conservador, está POR DELANTE DEL PASEO PEATONAL. Una de las personas que debe dar el ejemplo se sentó en el PRC, como en las demás autoridades que están para hacer respetar la normativa del Plano Regulador.
Muchos opinan que el problema es del PRC. ¡No!, el problema es tener autoridades sin carácter, sin firmeza para hacer cumplir la ley, pues el PRC de cada ciudad es un Decreto Ley que debe ser aplicado y respetado por todos los ciudadanos de la República. Ese es el problema, no del PRC.
¿Qué pasó con la casa construida por el ex Notario Público, la que además de ser construida en una Zona con Restricción por peligro de Tsunami, no tenía permiso de construcción municipal?
Pues que, hecha la denuncia por dirigentes vecinales ante la Contraloría, ésta dictaminó que debía demolerse. Y así, se lo hizo saber al alcalde de Pichilemu para que obrara en consecuencia.
¿Qué hizo el alcalde Roberto Córdova?
Supuestamente, en respuesta a un dirigente vecinal, firmó el Decreto de Demolición.
¿Qué pasó con el Decreto de Demolición?
Todo indica que lo firmó en papel higiénico, porque la Casa del ex Notario sigue en pie, habitada y usada hasta para fiestas sin que se respete el aforo y medidas sanitarias pertinentes.
Ese es parte de este Pichilemu que cambia físicamente, pero todo lo demás -”por dentro”- la vida sigue igual ….

Fotografías: Archivos “pichilemunews”/WSG

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