
Fuente: www.pichilemunews.cl – 13.01.2025
Hace unas semanas, después de años, quisimos rememorar un gusto en el Cinzano y vaya que ¡”que sorpresa”!
En un día libre laboral, recorriendo parte de nuestras calles, el llamado de un amigo nos hace programar un café al mediodía, luego de terminar nuestro recorrido.
Y ya desocupado, caminando hacia Avenida Ortúzar, pasamos por O’Higgins esquina de Dionisio Acevedo donde alguna vez funcionó allí el Dispensario (antes que existiera la Casa de Socorros, antes que se transformara en Hospital de Pichilemu, y luego en la Escuela “Cardenal Caro” y también Liceo “José Miguel Camilo”; ambos establecimientos dependientes de la Parroquia pichilemina. Enseguida, doblamos en Manuel Rodríguez donde a la pasada saludamos a nuestro amigo vulcanizador y artista autodidacta Héctor Luis Pacheco Urzúa. Y continuamos avanzando por J. J. Aguirre donde vimos -no con poca tristeza- el estado del antiguo Cine Royal, recinto que tantas alegrías nos dio en la niñez, y/o en la adolescencia donde – incluso- fuimos junto a otros liceanos actores amateur con un rol secundario de “los estudiantes” que defendimos la permanencia de “La Pérgola de las flores”, que el ’62 magistralmente y con éxito de taquilla montara el Liceo “José Miguel Camilo” con la participación de varios actores amateur de diferentes clubes deportivos.
Todo ello, de golpe, nos provocó esa pasada. Brotaron espontáneamente los nombres de los hermanos María Teresa e Ismael Carrasco Bañados, quienes interpretaron a la líder de la pérgola y su hermano que representó dos roles: al alcalde y al peluquero, ambos con aplaudidas actuaciones; Isabel Lizana Pino en su rol de la Carmela, igualmente notable; Leonel Jara Llantén en su rol de Tomasito, Rosa Leiva Urzúa en su rol de esposa del alcalde, a nuestro tío Oscar González Becerra y a su esposa Zulema Becerra Vargas, cantando en off, dos hermosas canciones de la obra, entre muchos otros/as protagonistas.
Llegando a la esquina de Aguirre y Manuel Montt, aún con los pensamientos del pasado vi una sombra parada en la esquina y me imaginé a don Rigo y la señora Toya en su Almacén “Prat”. No puede ser me dije y cambié la decisión: El café para otra vez …., antes que se vaya el año lo que corresponde es ir al “Cinzano” y hacer ¡salud!
Esta vez llamé yo, y le dije a mi amigo: “Mira, estoy re cansado y voy cerca del Cinzano. Aquí te espero”. Yo afuera esperaba mientras veo a un grupo de damas afuerinas que, de inmediato me dije: son de algún Club de Adulto Mayor que andan de paseo y de seguro alguien las dateó. Al tiempo que me dije, ojalá no se demore mi amigo, antes que se acaben las vainas …., aunque luego me tranquilicé y reflexioné “cómo van a saber que acá son famosas las vainas”. Pasaron toditas ….
Y, en un par de minutos apareció mi amigo con el cual teníamos que conversar importantes asuntos. Pasamos y nos quedamos en una mesa del bar, en tanto las damas de paseo pasaron al reservado.
Nosotros pedimos dos vainas y, al primer sorbo, al tiro recordé “en décadas la mano no ha cambiado. Está igual a las que preparaba Hugo Polanco, y que su hijo de igual nombre sigue a cargo del local junto a su madre -ella de la cocina- donde también invariablemente se mantiene la mano en las comidas caseras que son su especialidad.
De pronto, a través de la ventana miro al reservado y veo blandir las copas y todas las damas con su vaina en la mano. E, ipso facto, me paré y le dije a mi amigo. Es ahora o nunca, pues si espero más el pulso no será el mismo. Tomé mi cámara y pasé al reservado y saludé a las damas que estaban en dos mesas. Me respondieron amablemente el saludo y, les pregunté ¿me permiten tomarles una fotografía para “pichilemunews”?
Se miraron entre ellas, al tiempo que reconozco a una de las damas. Nos miramos y nos sonreímos. Al unísono: “Miriam” digo yo, “Choche” dice Miriam. Y nos saludamos de abrazo y beso, después de varias décadas …, mientras las demás chiquillas se morían de envidia (¡no!, esta parte es para darle color no más …). Les tomaré un par de fotos cuando ya no podían negarse …
No las molesto más, sigan en lo suyo y nos despedimos, enviándole saludos a su hija Valeria y a los mellizos que alcancé a conocer cuando residió en los años ’80 y ’90 en Pichilemu. Y luego se afincó en su tierra natal, Pichidegua.
Tras despachar la vaina, no quedó otra que pedir una cazuela de aquellas, que nos repuso y nos permitió salir como lechugas, después de degustar las exquisitas y cabezonas vainas del reputado Bar y Restaurant “Cinzano”.
Y si las damas pensaron que nunca iban a salir en el “Pichilemunews” y que fue puro cuento, aquí van. Eso es el “bonus track” de las vainas pichileminas.
Fotografías: WSG
