
Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Julia Mancilla Olguín – 30.09.2022
– Los aires característicos de Septiembre ya están quedando en el recuerdo, pero una de las actividades que más se practica -el baile nacional, la cueca- sigue bailándose a lo largo y ancho de nuestra patria. Y no solo se baila, se vive intensamente, como un testimonio -que nos ha llegado- así lo refleja en sus líneas que transcribimos estrictamente literal.
– Su autora -de 89 años- y su esposo Miguel Ángel Balbontín Alcaino -de 91 años- con dos hijas, nietos, se han lucido invitados y participando en Colegios (Don Orione en Los Cerrillos), en la Parroquia “Antonio María Claret” de San Miguel, en la Cava de los Cuequeros. También, en la televisión, entre otros lugares, junto al Taller de Cueca Urbana “Fuerza Brava” de San Miguel, la comuna que los acoge desde siempre, pues son hijos de primeros habitantes de esa comuna santiagüina.
Este año, para mí han sido muy diferente las Fiestas Patrias, mi plan a través de los años, siempre privilegió ver la Parada Militar.
Este año decidimos con mi esposo integrarnos al taller de cuecas urbanas Fuerza Brava, a los dos nos hacía falta hacer ejercicios ¡qué mejor que bailar!
A través de los meses hemos descubierto que no solo bailamos y aprendemos el estilo urbano de la cueca, que es una sola en el país, llevando en cada zona su particular impronta, sino que también nos hemos imbuido del gran espíritu de camaradería del grupo, que desde el primer día nos acogieron con simpatía. Poco a poco nos sentimos muy pertenecientes a este lindo Taller.
Llegó septiembre, cuecas por todos lados, en el taller hay un nutrido calendario de presentaciones; en la Televisión, en diversos lugares de nuestra comuna, y otras aledañas. Todo esto tan entusiasmante, sucede en medio de nuestra vida familiar normalmente muy acontecida, desde exámenes médicos complejos hasta visitas desde afuera y dentro del país. Nosotros ofrecemos gustosos nuestra participación pensando ponernos por ahí en un rinconcito poco notorio, siempre hemos bailado cueca tradicional aceptablemente; encontramos pretencioso de nuestra parte bailar cueca urbana, sin duda nos representa, es lo nuestro, somos citadinos de tomo y lomo. Nos gusta, aunque no es tarea totalmente lograda. Bailamos con el grupo en varios lugares, a la Televisión fueron los bailarines más idóneos, verlos por la pantalla nos hizo sentir orgullo fraterno.
Todo estuvo bien hasta que la maestra nos pide bailar una cueca en particular muy romántica, nos dio la libertad de crear la coreografía. Pensamos mucho el cómo lo haríamos, todos los días le quitábamos o le agregábamos algo. Llegó el día y bailamos solos en un gran gimnasio, nuestros compañeros batieron palmas para darnos ánimo, realmente sin ponernos de acuerdo dejamos fluir nuestros sentimientos al compás de la música viviendo la letra sintiéndonos vivos aún enamorados, sin proponernos terminamos en un beso, los aplausos nos volvieron a la realidad. Nuestros compañeros nos abrazaron con cariño y muy emocionados, nos dijeron que les recordamos a sus abuelitos o a sus padres.
Otro día fuimos a bailar a un Restobar, ahí un hombre de mediana edad me pidió que bailara con él, me negué y miré a mi marido rogando interiormente que me salvara, no lo hizo, el hombre me pidió que accediera a tomarme una foto con él, no pude negarme, hacerlo significaría llamar más la atención. Tomó la selfi, me dio las gracias diciéndome que hacia poco tiempo que su madre había muerto y que a él le sorprendió el gran parecido que tenía yo con ella, me arrepentí de no haber bailado con él.
Al otro día salimos nuevamente a bailar, entre otros ritmos bailamos rock and roll; un integrante de la orquesta nos felicitó, dijo que le hicimos recordar a su abuelo, finalmente un señor felicitó a mi marido por su estampa y por lo cuidado de su atuendo, le recordaba a su padre.
Mirando el video de nuestra actuación tomé conciencia de lo viejo que estamos.
Generalmente uno se mira en el espejo, y se ve estático y se encuentra bien. En el video nos vimos completamente, con detalles, nuestros movimientos y ritmo son pausados y con mucho cuidado.
Este dieciocho de septiembre fue diferente, no vi la parada militar completa, entre medios seguí el funeral de la Reina y alcancé a mirar el esquinazo al Presidente, uno de los compañeros del taller bailaba ahí, un merecido honor para él.
En resumen, me quedó claro que con mi esposo somos de la tercera edad, de esos que viven a concho sus días, nuestra vida no tiene coreografía, es así, como la sentimos y cómo la podemos vivir y bailar con nuestro sello personal.
Fotografías: Taller de Cueca Urbana “Fuerza Brava”/Colaboración: Isabel M. Henríquez
