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Chile

San Miguel: En El Llano de la comuna sanmiguelina surgen creadores en prosa y verso gracias a talleres literarios

Fuente: www.pichilemunews.cl – 18.03.2022

“Cuentos y Décimas” es un libro que corresponde a una selección de autoría de escritores de la comuna de San Miguel y que nos ha llegado a través del Taller de Letras en El Llano que dirige la escritora Isabel Margarita Henríquez.
Aleatoriamente hemos elegido el cuento corto “Mi nombre es Juan” de la autora Teresa Queija.
El libro de 69 páginas es una creación colectiva de escritores -hombres y mujeres de San Miguel- editado por Gilania Editores, y corresponde al Taller desarrollado entre Marzo-Diciembre de 2016.
Este es el primero que publicaremos:

Mi nombre es Juan – Autora:Teresa Queija

Había comenzado el año 70 y nos juntamos en nuestras casas pareadas de El Quisco. Mis amigas y yo éramos niñas descubriendo el mundo de la juventud. Yo era la menor, aun me faltaban dos meses para cumplir los 13 años.
En ese entonces se veraneaba dos meses y comenzábamos el mes de enero haciendo amigos para juntarnos hasta fines de febrero.
El primer día bajamos a la playa con nuestro método infalible: llevar cigarrillos, pero no fósforos.
Así que nos acercamos a un par de jóvenes que tomaban sol.

__ Hola. ¿Tienen fósforos?
__ Claro
__ ¿Quieren un cigarro?
Allí nos sentábamos y comenzaba la conversación: nombres, lugares donde se vivía en Santiago. Hermanos. Familia. Cosas que hacíamos en las tardes. Nada muy profundo. Había tan poca gente en la playa principal que nos podíamos encontrar fácilmente en la cercanía de algún kiosko o detrás de las carpas. Estas eran levantadas como las de las películas de pistoleros en el Oeste. Eran instaladas tempranito enfrentadas al mar, en curvas que formaban verdaderos barrios. Las retiraban después de las siete de la noche, quedando a esa hora la playa con vista despejada.
La juventud era tan sana en esa época que lo más malo que hacíamos era fumar cigarrillos. Y después con chicles, desodorante bucal y perfume a quitarnos el olor.

Ese verano conocimos muchos chicos y chicas más o menos de nuestras edades. Aun sin permiso para ir a la discoteque del Yachting y menos a bailar al hotel Italia. Lugar, este último, que habíamos observado desde afuera, impresionándonos con lo oscuro que se veía el interior. Al menos en el Yachting había luces de colores que se filtraban por los inmensos ventanales de su construcción redonda y en altura. Lo mirábamos de lejos. Era para mayores de edad.
Algunas veces íbamos a las canchas a jugar paletas o ping-pong. Allí en el salón había un wurlitzer donde poníamos música de la época. En ese entonces de día se podía entrar. Solo cerraban de noche para cobrar entrada al baile.
Como este lugar está al lado de la playa de los pescadores comenzamos a ir seguido. La intención era alejarnos de nuestras mamás, que bajaban por las tardes y se instalaban en la carpa arrendada. Como yo era la menor y la más protegida, mi mamá me perseguía y observaba a nuestros amigos siempre con sospecha de malas intenciones.
Las señoras nos criticaban a diario que no nos bañábamos en el mar y que andábamos de aquí para allá sin tendernos a tomar sol.
Para nosotras lo más importante era socializar lo más posible, ya que entre marzo y diciembre nos tendríamos que dedicar a los estudios sin permiso para ir a ningún lado y menos para tener amigos hombres. La mayoría no tenía ni teléfono, y cuando lo había era destinado a emergencias.

Como es natural se crearon algunos lazos especiales entre algunas parejas. Había miradas interesadas y cierta complicidad en el aire. Comenzó el flirteo infanto-juvenil entre mis amigas y unos chicos y para no ser menos Juan y yo conversábamos más seguido.
Siempre salíamos en grupo, así que lo que ocurría era percibido por todos los otros.
Muchas veces íbamos en patota al único cine que había. Era el único lugar a donde nos dejaban salir de noche.
Allí se notaba quién se sentaba al lado de quién. Ya las preferencias eran notorias. Había rumores de quienes se gustaban.
Una noche Juan estaba sentado al lado mío y lo notaba un tanto tenso. Yo también me sentía nerviosa. No recuerdo que película veíamos. Solo recuerdo que acercó su mano a la mía y me la tomó. Ese momento fue muy especial. Entrelazamos nuestros dedos y sonreímos. Sentíamos que la vida era solo para nosotros. Juventud enamorada. La película transcurrió sin casi atrevernos a mover ni un músculo. De reojo veía las otras parejas formadas por nuestros amigos en los asientos cercanos. También ellos tenían ese roce del ser amado aunque fuera en la punta de los dedos. Eran sentimientos puros, sin pensar en nada ni en nadie.

Cuando salimos del cine, caminamos abrazados sin prisa, cada pareja trataba de demorar el recorrido.
Juan y yo por primera vez nos mirábamos a los ojos y sonreíamos complacidos por nuestra cercanía.
Entonces llegamos al frente de mi casa. Allí me tomó la cabeza con ambas manos y me preguntó:
__ ¿Quieres pololear conmigo?
Con una sonrisa, le dije que si en voz muy bajita.
Él también sonrió y me besó. Sentí el contacto de sus labios y la humedad de su boca ansiosa de sentirme, como yo a él. Su cuerpo apretado a mí, inmóvil. El largo beso terminó, pero el abrazo y las miradas continuaban. No nos queríamos separar. Me besó de nuevo y en ese beso yo ya sabía que esperar. Debíamos despedirnos.

Fue una noche maravillosa. Con mis amigas comentamos las sensaciones vividas. Prolongamos esa dicha de sentir que el amor se nos mostró, con toda su intensidad e inocencia.
Era bello saber que todos los días siguientes nos veríamos con otros ojos. Estaríamos esperando que pasaran las horas para nuestro encuentro. Viviríamos aferrados a la idea de un presente continuo.
De un mañana inmediato. Sin pensar en el 28 de febrero. Solo se vive una vez esa sensación de tener la vida para nosotros. Sin el fantasma del futuro.
Pero el verano llegó al final y había que separarse.
El último día lloramos al escuchar la canción de Fabio: “Amor de verano, mi primer amor, amor de estudiante, ya se terminó….Vendrán otros veranos, vendrán otros amores, pero siempre en mi ser vivirá un amor de verano, mi primer amor”…

Fotos referenciales: Archivo “pichilemunews”

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