
Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Ramón Lizana Galarce (*) – 02.03.2025
Hubo un tiempo en que los clubes deportivos de Pichilemu celebraban sus aniversarios realizando “veladas” donde los actores eran los socios del Club, todos ellos aficionados, pero lleno de aptitudes innatas que provocaban resultados tan espectaculares que obligaban al adversario a esmerarse para superar la velada de ese Club en el aniversario venidero.
Las veladas como actividades masivas realizaban imitaciones, mímicas y teatralizaciones preferentemente, musicales y tragicómicas. Complementaban muchas veces también con monólogos y cantantes que emulaban a algún personaje popular, cuestión que fue muy bien utilizada por los Clubes de la época, llámese Club Unión Pichilemu, Club Arturo Prat, Club Independiente y Club Estrella Roja.
Corría el año 1966 y el Club Deportivo Independiente, CDI, se aprestaba a celebrar otro aniversario más de vida. En el salón parroquial de la Iglesia Inmaculada Concepción, en las noches de invierno se juntaban socios y directivos para seleccionar a los actores que los representarían en el programa que se estaba preparando para llevar a cabo la celebración de su aniversario.
Allí estaban José Muñoz Gaete, Rubén Gaete Jorquera, Javier Inzunza Muñoz, José Rojas, Clara Urzúa Púa, Mario Valenzuela Cabrera, Leoncio Bozo Becerra, Manuel Mella Farías, Ismael Becerra Gaete y Miriam Villar Tadress prestos a asumir el papel que se les asignase.
Cumplido el protocolo y los ensayos de rigor, el evento después de la preparación de meses ya estaba listo para ser presentado:
Lugar: Salones del Hotel “Rex” de propiedad de Sergio Urzúa Quezada.
Año: 1966
Sketch: “El enfermo incurable”
Primer Acto: Se encuentra en cama Rubén Gaete Jorquera “Conato” dando los últimos suspiros. Lo socorre su esposa Clara Urzúa Púa realizando un diálogo de agonía: “No te murai viejo” le dice su esposa.
“Si lo único que tú querís es que me muera para quedarte con toda mi plata”, “te voy a dejar rica” le contesta Rubén. Y luego le agrega “seguro te vai a ir con mi compadre, ese flacuchento hediondo bueno pa’ nada.
La Clara le contesta: “No hablís vinagreras viejo asqueroso, mejor muérete nomás”.
Bueno, me muero entonces si eso es lo que querís.
Dicho y hecho porque ahí nomás supuestamente “paró la chala”.
Segundo Acto:
En el comedor de la casa están velando a Rubén Gaete Jorquera “Conato”. Un ataúd y cuatro cirios y dentro de él, el muerto. Junto al ataúd se encuentra su compadre Ismael Becerra “Manena”, a quien le encargaron la custodia del muerto por la noche, el mismo que ya se encuentra con sus buenos tragos en el cuerpo y con una garrafa de 5 litros junto a sus pies. “Pa’ que te moriste compadre”, “y ahora qué va a ser de tú mujer”, rezonga.
Se escucha una voz de ultratumba que le dice: “vos la cuidái pohh”. Se planta un trago de la garrafa y se vuelve hacia la pared en busca de la voz. Aprovecha el muerto, medio se sienta en el ataúd, agarra la garrafa, se toma un trago y la deja en el otro lado del ataúd. (Se produce un ensordecedor griterío de la audiencia al ver el muerto).
Vuelve Ismael Becerra “Manena” a su posición y dice: “chiss’ pa’ lo bueno que está esa vieja, me estái dejando un puro cacho”. Busca agarrar la garrafa con el afán de guasquearse de nuevo, pero no está. La busca y la encuentra al otro lado, se sienta en ese otro lado y está vez replica: “que chu…me está pasando, será que mi compadre me está penando”, y prosigue: “yo no me quedo con esa vieja aunque me paguen”. Nuevamente se escucha la voz: “que te hacís ahora el desinteresado si ya le habíais echado el ojo, flacuchento retamboriado.
Busca la voz nuevamente y el muerto aprovecha de pegarse otro pencazo y colocar la garrafa al otro lado esta vez.
Continúa el acto cambiando de lugar la garrafa hasta que en una de esas, por desatención, el muerto se levanta del ataúd a cuerpo entero y empolvado completamente con harina blanca, provocando un grito generalizado de la concurrencia y de la misma forma del Ismael Becerra “Manena”, el mismo que ante el susto cae de bruces muriendo infartado y yéndose al instante al patio de los callados.
Se produce un griterío y desorden en el salón mientras el muerto se pasea por el escenario, concluyendo el sketch entre aplausos del público.
Durante el año 1967 el Club Deportivo Independiente en la celebración de su nuevo aniversario llevó a cabo nuevos sketchs, utilizando nuevamente a sus propios actores:
Lugar: Salón del Hotel “Casino” administrado por Carlos Julio Rojas.
Año: 1967
Sketch: “La cazuela”.
Se encuentran en la cocina la Clara Urzúa Púa y Miriam Villar preparando la condimentación para prepararle una cazuela al dueño de casa, el jutre, Javier Inzunza Muñoz, “Chico Inzunza”….
“Apúrate con la cazuela vieja, que ya me corto del hambre”.
“Qué te apurai tanto viejo mañoso, si todavía ni he ido al patio a buscar la gallina”, le responde.
“Agárrate la castellana, esa está bien gordita”, le vuelve a suplicar”.
“Ni loca voy a matar esa, es la única que está poniendo, voy a matar el gallo porque ese no sirve pa’nada”.
Al rato vuelve la Clara con un gallo rojizo ya bien entrado en años y se lo pasa al “Chico Inzunza” pa’ que lo mate. “A ver, tírale el cogote” le dice.
“Chico Inzunza” le tira el cogote y no pasa nada. El gallo sigue vivito y coleando. Oiga Clara, este gallo está re’ viejo, no hay por donde que se muera” le dice al “Chico Inzunza”.
Vuelve a insistir, y el gallo empieza a cantar provocando el aplauso de los asistentes. “Kikiriki…kikiriki…. repetía una y otra vez asustado más que nada por el trato que estaba recibiendo.
Estaban en esos afanes cuando entra Rubén Gaete “Conato” replicando: “Qué pasa aquí” pregunta.
Nada compadre, lo que pasa es que le estamos tirando el cogote a este gallo y el muy bribón no quiere morirse.
“Pasen pa’ acá, son todos ustedes unos inútiles, no sirven pa’ ni’ una cosa. Déjenmelo a mí”, les dice con autoridad. Agarra el gallo y lo pone junto a uno de sus muslos y tira de la cabeza con tal fuerza que la sangre se desparrama y salta hasta la primera fila donde se encontraba el alcalde Carlos Echazarreta Iñiguez, los regidores Washington Saldías Fuentealba, Osvaldo Vidal Vidal, Héctor Greene Valverde y Manuel Córdova Morales a los mismos que deja todos pringados con la sangre que les alcanza las mejores tenidas que llevaban puestas.
Ante tal “condoro”, contratiempo que no estaba en el libreto y en razón a semejante error imperdonable la función debió ser retrasada hasta que las autoridades fuesen a cambiarse sus ropas.
A modo de remedio mandaron a la cancha al “Chico Inzunza” pa’ que recitara “La madre del cordero”, declamación aplaudida, pero sin olvidar el incidente anterior.
“Esos accidentes e imprevistos sucedían en Pichilemu nomás” .
Lugar: Salón del Hotel “Casino” administrado por Carlos Julio Rojas.
Año: 1967
Sketch: ” El pelotón “
En el patio del regimiento se encuentran en correcta formación los soldados José Muñoz, Rubén Gaete, José Rojas, Javier Inzunza, Manuel Mella, Mario Valenzuela, Miriam Villar y Leoncio Bozo, todos ellos bajo el mando del sargento Ismael Becerra “Manena”.
El sargento pregunta: “Soldado Muñoz” a cómo está la lechuga en “El buen amigo”.
“No sé mi sargento”. Cien tiburones por burro le dice.
A ver soldado Rojas: “Por dónde sale el sol”.
“Allá por el cerro responde”. Cien lagartijas por bruto.
Y usted Inzunza ígame qué tal es esa chica de la calle O’Higgins que le gusta el merecumbé.
“A esa no le gana nadie mi sargento”.
Al calabozo Inzunza a pan y agua…., esa chica es mi hija.
A ver soldado Bozo: “Es verdad que Manuelito Bustamante saca las muelas con un alicates. “Si mi sargento”. Muy bien, dos días de veraneo donde el “Chico Nene” en Punta de Lobos con gastos pagados.
Y ahora usted, dígame, Villar ¿cierto que en “Los Aviadores” “el firme el basto” dejó el trago? “Sólo por las noches cuando duerme mi sargento”. Mentira…, al calabozo por levantar falso testimonio.
Y usted Valenzuela ¿a qué hora se toca la diana en este regimiento?: “A la hora del ñafle” mi sargento Manena. Se me va ahora mismo trotando hasta Chorrillos y me trae un saco de chaguales. Eso es por tarado….., menos mal que no me dijo que a la hora del cuete…. ignorante ‘e porra.
Después de realizar el interrogatorio, el único que se retiró marchando de la fila fue el soldado Mella Farías, al cual no le preguntaron nada porque seguro tenía “santos en la corte” con el sargento Becerra. Ambos traspasaron las cortinas, mientras el público celebraba las ocurrencias de los actores.
(*): Profesor Universidad de Concepción.
Nota: Formado en la casa universitaria penquista. Fotografías: Archivos “Pichilemunews”.
