
Fuente: www.pichilemunews.cl – Por: Manuel Pacheco Vargas (*) – 07.12.2024
La caída del vehículo nuevo del cura.
De la vida de niño junto al párroco recuerdo, que el día en que mi padrino y sacerdote adquirió un vehículo nuevo , moderno del año ,imponente por el tamaño y además de los escasos, que en ese tiempo habían en el pueblo, para mí era un placer como copiloto y estar atento a las maniobras que se realizaban al conducir, y así fue que me llamó muchísimo la atención de como se le daba encendido o sea como se hacía “partir” el moderno móvil, sólo con la llave, lo cual me gustaría a mí realizarlo, pero de seguro, que no me lo permitirían, y es justamente con eso que en una ocasión que teníamos que salir y el cura ya estando al volante, se devolvió a la casa parroquial a buscar algo que se le olvidaba, y fue la ocasión en que dejó la lleva puesta y cuando se aproximaba al vehículo, se me ocurre darle el giro a la llave con la intención de encender el motor, al hacerlo sucedió que el móvil estaba enganchado, es decir con un cambio pasado, lo cual era muy común en ese tiempo para estacionar, el auto dio “ un salto hacia adelante” con tal mala suerte que la calle tenía un desnivel de aproximadamente unos 60 cm, producto de los trabajos de pavimentación que se estaban realizando, el automóvil quedó atrapado y sin ninguna posibilidad de salir por sus propios medios, no quedó otra posibilidad de ir por auxilio y un tractor que lo rescatara, sin antes, recibir fuerte reprensión del sacerdote y un doloroso coscorrón en la cabeza,¡ por intruso ¡me decía, sin saber que en tiempos actuales la culpa sería de la persona mayor. Eso me significó castigo hasta en mi casa, en que no acompañaría a mi padrino, hasta que fuera capaz de redimir el tremendo” daño causado”, que no fue más que retrasar la salida sin ningún daño material para el moderno automóvil.
De mi vida Laboral
Por culpa de una orden mal dada, se produjo una situación tan jocosa y a la vez lamentable, que es difícil de calificarla ya que por un vértice parece burlesca por la ignorancia, a su vez es un acto de burla que no debe ser motivo de recriminación. Trata de la situación en que en el estacionamiento de tierra de la fábrica en que me desempeñaba, había un molesto hoyo en el trayecto peatonal, lo que originaba cierto riesgo para los transeúntes, razón por la cual se mandó al trabajador, tal vez de menor rango jerárquico, a tapar el evento del piso, sin más indicaciones que su ubicación. Grande fue la sorpresa que cuando ya había terminado y reportado el término de la labor encomendada, al verificar y comprobar la tarea encargada, se pudo verificar que el hombre había hecho un hoyo al lado del otro para sacar la tierra para tapar el solicitado.
Anécdota que se recuerda pese a los largos años de sucedido, pero dejó en claro que una orden mal descrita, causa estragos, sobre todo en personas que no tienen la ocurrencia de resolver situaciones.
Nylon
Sucedió en la playa de Punta de Lobos. Sí, esa misma del surf, cuando dos pescadores en espera de “la buena mar”, solían hacer la previa botados en la agradable arena de un veranito de San Juan, del crudo invierno Pichilemino. Al observar en el horizonte, uno da cuenta del paso de un gran navío, viene la ocurrencia y le comenta a su compañero: ¿ves el precioso barco que esta frente a nuestra costa?
Si, le afirma su compadre. Sabes, quiero que vamos a comprarle nylon de pesca a esos viejos. “Usan solo bueno” y seguro que es más barato.
Ante tan novedosa idea, sin más se levantan y ambos empiezan un armonioso nadar y nadar hasta llegar a esa inmensa mole de acero. En el primer intento de contacto y tal vez por el inminente cansancio, solo atinan a gritar fuerte para que le escucharan, lo que resulta inútil pese al coro de forzadas voces que se propusieron sin resultado. Acto seguido, empiezan a golpear sobre la gruesa coraza, solo con sus manos y que, cada vez más fuerte e intenso su armonioso repicar, hasta que después de una larga espera aparece el marino extranjero que, con un mal español pregunta: ¿qué se le ofrece a los señores y de dónde vienen? A lo que ellos muy entusiasmados y casi al unísono dicen: “De alláaa….”, señalando con sus índices, el lejano borde costero de la hermosa playa de Punta de Lobos, y venimos a que nos vendan nylon de pesca, de ese bueno que ustedes ocupan. Se perdió de vista el marino unos segundos y acto seguido deja caer una larga cuerda, invitándolos a subir trepando, acción que los dos compadres pescadores -pese a su cansancio- hicieron gustosos el esfuerzo y emprenden el ascenso de ese empinado acceso. Ya en la cubierta y con una cara tremenda de alegría de los tres, son invitados a descender hasta la recamara y comedor del Capitán, donde se incorporan varios anfitriones más, los que les ofrecen finos licores y degustaciones desconocidas para nuestros modestos protagonistas.
Resulta que al cabo de un largo rato y cuando se aproximaba la puesta de sol en el nuevo horizonte, se dan cuenta que el rey Baco ya les invadía. Ante tal estado, previa, efusivas y prometedora
despedida, emprenden su regreso con un espectacular “piquero” desde la borda, regresando casi al anochecer a su playa habitual sin siquiera recordar porque habían ido tras esa inmensa motonave.
Son los momentos de ocio de los esforzados pescadores artesanales de nuestro querido borde costero.
La más reciente de las coincidencias.
Fui invitado por la Asociación Gremial de Químicos Coloristas y Textiles de Chile, de la cual soy “past president”, a un almuerzo de camaradería en Santiago. Una ocasión grata para compartir con colegas que desde hace años no nos encontrábamos, y dentro de lo más grato y coincidente fue, que se me acerca una colega que fue mi alumna en la Universidad de Santiago de Chile- USACH, para ratificar si yo vivía en Santa Cruz y contarme que su hijo odontólogo, recién egresado, estaba trabajando en el CESFAM local.
Al contarle que soy de la directiva del Consejo de Salud Municipal, se sorprendió y más aún cuando saco de mi celular y le muestro la foto que aparece como icono en el WS, me dice que el joven alto que esta junto a mí, es su hijo que se llama Omar Pincheira Flores. Mi colega es Grace Flores.
Gran impacto de alegría causó en los demás comensales con quien compartíamos la mesa y vinieron las bromas pesadas de siempre, “como estarás de viejo”, al fin brindamos por tan grata coincidencia.
Una más, de las miles que podría recordar en estos escritos.
(*): Ingeniero Textil – Comunicador Radial/Dirigente Social
Fotografías: Archivo
